'Holoactuaciones' en directo con los músicos en otro país, operaciones quirúrgicas interplanetarias u 'holollamadas' que te permiten tocar a tus seres queridos... Las posibilidades de los hologramas ya no son ciencia ficción. Te contamos cómo esta tecnología —y su millonario negocio— va a dejar las impresoras 3D y las videollamadas obsoletas...
Nos tomamos un descanso en la primavera de 1982 y ahora hemos decidido que es el momento de terminar», informaba recientemente ABBA en un comunicado. Vuelven los gigantes del pop sueco: nuevo disco y la consabida gira. Eso sí, ellos no se moverán de sus casas. El público los verá cantar en forma de holograma sobre el escenario. Los suecos no son los únicos que han visto el tirón de los hologramas. Grandes compañías como Microsoft, Google y Facebook se dan prisa por controlar un negocio que el año pasado ya facturaba más de 600 millones de dólares anuales y que se calcula alcanzará los 1800 millones en 2025. Todos quieren su trozo del pastel.
Las firmas tecnológicas llevan tiempo investigando cómo incorporarlos en nuestra vida, pero de momento las únicas propuestas viables de forma asequible pasan por usar gafas de realidad aumentada, como las HoloLens de Microsoft, que nos permiten que veamos objetos en 3D. Eso sí, los objetos que podemos ver así, aumentados, tienen que haber sido grabados previamente con cámaras con una tecnología holográfica o tratados con programas de computación específicos para ello.
Las HoloLens, con todo, ya han conseguido algo importante: hacer de ellas uno de los elementos estándar que utilizan universidades y compañías de todo el mundo en sus propios proyectos. De hecho, Lockheed Martin ya las ha usado para construir naves espaciales; y Mercedes, para asistir remotamente a sus mecánicos. Y la visión tridimensional que permiten se emplea ya también en educación o en atención sanitaria. Con las gafas puestas, por ejemplo, los médicos del hospital Monte Sinaí de Nueva York han podido colaborar con cirujanos de Uganda asistiendo en directo en las intervenciones quirúrgicas. Eso sí, las HoloLens no son baratas. Salen por 3500 dólares cada una. Aun así, empresas como la española Willbö las usan para crear los llamados 'gemelos digitales': réplicas virtuales de objetos reales que permiten analizar el comportamiento del producto final. Hasta las impresoras 3D quedarían obsoletas ante la opción de una construcción virtual, realista e interactiva. Es lo que algunos han bautizado como 'industria 4.0' y dicen que puede reducir el coste del producto fabricado en un 90 por ciento.
Unas pantallas LCD con resolución 4K insertas en una cabina de grandes dimensiones permite conversar con un interlocutor virtual. El realismo y la capacidad de transmisión en tiempo real son absolutas
El gran reto sigue siendo ver los hologramas –e interactuar con ellos– sin gafas. Esa será la gran revolución. La que cambiará la forma en que trabajamos y estudiamos. Los proyectos en marcha son ambiciosos.
La empresa española Newtonlab Space trabaja en colaboración con la americana Portl para crear dispositivos de telepresencia y contenidos holográficos: unas pantallas LCD con resolución 4K insertas en una especie de cabina de grandes dimensiones permite entablar una conversación con un interlocutor virtual. El realismo es absoluto y la capacidad de transmisión en tiempo real también. De momento, en los ensayos de laboratorio. Porque sin tecnología 5G, o incluso la siguiente generación, no será posible enviar hologramas tridimensionales, ya que consumen muchos más datos que una imagen de vídeo.
Pero en un futuro podremos tocar incluso estos hologramas. O al menos nos lo parecerá. Investigadores de la Universidad de Glasgow ya logran esa impresión utilizando chorros de aire dirigidos a las manos del usuario. De momento han conseguido una sensación realista de una pelota de baloncesto que bota. Con el tiempo podremos estrechar las manos de un interlocutor a kilómetros de distancia. Y están trabajando también en incorporar olores o variaciones de temperatura. Porque estrechar una mano fría no resulta tan convincente. Pero los laboratorios y universidades de todo el mundo están llenos de investigadores que, viendo La guerra de las galaxias o Iron Man, decidieron que ellos de mayores querían hacer hologramas como los que veían en la gran pantalla. Y están en ello. La ciencia y las grandes tecnológicas se están dando prisa por hacer realidad una nueva forma de interacción con el entorno. El futuro, y pingües beneficios, está en juego. ¿Cuándo? Hay quien dice que podría ser cuestión de una década. Quizá en unos años podamos abrazar a nuestros seres queridos… en versión holográfica.
Historia de un hito
Los hologramas, en cuatro fases
UN LÁSER QUE GRABA UNA PELÍCULA FOTOSENSIBLE
Al principio fue un trenecito
El físico Dennis Gabor desarrolló la teoría de la holografía en 1947, pero el holograma no se materializó hasta 1962. Fue necesaria la invención del láser para hacer realidad la teoría de Gabor; él mismo, que trabajaba en el laboratorio de una empresa de ingeniería eléctrica en la mejora del microscopio electrónico, había abandonado los experimentos en los años cincuenta, incapaz de lograr algo más que imágenes borrosas.
Fueron Emmett Leith y Juris Upatnieks, de la Universidad de Míchigan (en la foto), quienes produjeron el primer holograma. Lo hicieron en 1962 y utilizaron el láser para captar con su luz coherente la imagen holográfica de un tren de juguete. A ellos les sirvió de reconocimiento entre la comunidad científica, pero a Gabor le valió el Premio Nobel de Física en 1971.
El ‘truco’ del fantasma
Luego fue un espectáculo
A la industria del espectáculo le fascina el holograma. Es el caso de ABBA y de los productores de shows con estrellas fallecidas como Michael Jackson o Whitney Houston. Estos hologramas son una versión moderna de una técnica de ilusionismo del siglo XVI: el fantasma de Pepper. Consiste en colocar un cristal en un ángulo de 45 grados de modo que resulte invisible: solo se verá el reflejo de un objeto o persona escondidos. En la versión actual no es un reflejo, sino la imagen emitida cenitalmente por un proyector ubicado sobre la superficie que sirve de pantalla. Los resultados asombran. La banda de pop coreana BTS sustituyó en un concierto a un integrante, que estaba lesionado, por un holograma. Muchos ni se dieron cuenta. Y esto no ha hecho más que empezar porque ya lo han descubierto los políticos. Erdoğan, en Turquía, ya lo usa.
Imágenes computarizadas que cobran vida
En la ciencia… y en la guerra
El uso más relevante de los hologramas está en la ciencia, la educación y también la guerra. Los sistemas de resonancia magnética y los escáneres de ultrasonido actuales permiten crear por ordenador hologramas tridimensionales. El cirujano, por ejemplo, puede ver una fiel reproducción de cada órgano sin necesidad de una intervención y, gracias a la realidad aumentada, puede contemplarla en 3D, rotarla, ampliarla... Microsoft, con HoloLens, lidera esta tecnología. Con sus gafas puestas vemos la imagen proyectada en el cristal, pero el entorno no desaparece; el objeto tridimensional se integra en el espacio. También se usa en la estrategia militar: permite a los soldados estudiar el terreno, 'asomarse' al otro lado de las esquinas...
Ver sin gafas y trasmitir por 5G
El ‘holotransporte’ y Leia
La gran revolución se producirá cuando se puedan proyectar y ver hologramas sin llevar dispositivos, es decir, sin gafas. Eso permitirá reuniones holográficas, interactuar en directo con amigos... Vamos, el sueño que despegó con el holograma de la princesa Leia en La guerra de las galaxias. Y sí, la posibilidad es ahora real. Pero estos hologramas 'reales' se reproducen a través de un complejo proceso de tecnología láser y, para grabarlos, necesitamos una instalación de cámaras que nos graben desde diversos ángulos. Con todo, han hecho ya su aparición en congresos como el Mobile World Congress de este año. Pero, además de simplificar la grabación, hará falta una tecnología, 5G o mayor, que permita enviar gran cantidad de datos rápidamente. Un holograma tridimensional consume muchos más datos que una imagen de vídeo.
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