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Desayuno de domingo con... Aida Folch: «Rodar con Matt Dillon es un regalo. Hablamos mucho para generar buena química»

Reus, 1986. Me llamo Aida Benítez Folch, pero lo he reducido a Aida Folch, que suena mejor. Soy actriz y acabo de estrenar un 'thriller' romántico, 'Isla perdida', con Matt Dillon, dirigido por Fernando Trueba.

Javier Ocaña.

Viernes, 30 de Agosto 2024, 10:00h

Tiempo de lectura: 3 min

XLSemanal. De Françoise Alcántara, en Cuéntame, y Victoria Quevedo, en Amar es para siempre, a esta Alex… va un abismo.

Aida Folch. Desde luego [ríe]. Nunca había hecho un thriller y me apetecía mucho. Al inicio, la película es muy luminosa y romántica y termina repleta de acción.

«Me he permitido rechazar algunos proyectos si no me gustaban; pero ha habido meses también que no sabía cómo pagaría el alquiler. Los actores tenemos que ser muy valientes»

XL. Debutó con 14 años en El embrujo de Shanghái, pero con la vocación muy clara.

A.F. Sí, tuve la suerte de saber qué quería muy pronto y de recibir esa oportunidad.

XL. Fue entonces cuando Fernando Trueba la eligió entre tres mil niñas...

A.F. Y nunca me hubiera imaginado que hoy seguiríamos juntos. Con los años empezamos a ser amigos, de igual a igual, y a confiar el uno en el otro.

XL. Cinco años después la volvió a llamar y solo le preguntó si sabía hablar francés. Y usted lo dejó todo para ir a Francia a aprender el idioma.

A.F. Fue una locura total: no me había ofrecido nada ni existía aún el guion de la película (El artista y la modelo). Años después, Fernando me dijo que nunca olvidaría lo que había hecho por él y que sentía el deber de hacer la película conmigo [ríe].

XL. Y ahora, en Isla perdida, por tercera vez la convierte en su protagonista… y le hace rodar en inglés: con Trueba no le queda otra que estudiar idiomas [risas].

A.F. Sí, de hecho, amenaza con que la siguiente será en portugués, ¡jajaja! Y, aunque no lo hablo, no importa: lo aprenderé. En Grecia he aprendido incluso algo de griego para ir al rodaje con mis frasecitas preparadas. Menos mal que me encantan los idiomas y me pone este reto.

XL. ¿Y trabajar con Matt Dillon?

A.F. ¡Pues me pone también! Trabajar con él ha sido un regalo muy chulo que me ha hecho Fernando.

XL. Matará de envidia a muchas actrices...

A.F. ¡Ya lo siento! [Risas]. Nos conocimos antes en Roma, un día paseando solos por la Fontana de Trevi y las calles desiertas por la covid, y quedamos a cenar alguna vez en Madrid. Al final, ves que todos somos iguales, seas Claudia Cardinale o Matt Dillon: un compañero más. Hemos trabajado mano a mano y hablado mucho para lograr esa química que se transmite en la pantalla.

XL. Tiene una carrera coherente, la llaman los directores y no suele ir a los castings.

A.F. Me he permitido elegir y rechazar algunos proyectos si no me gustaban; pero ha habido veces también que no sabía cómo iba a pagar el alquiler ese mes. Los actores tenemos que ser muy valientes. Voy poco a poco, sin prisa pero sin pausa, y por ahora puedo vivir de lo que me gusta.

«Como buena catalana, no puedo vivir sin mi pan amb tumaca con un poquito de sal gorda y unas lonchas de pernil dolç; y un café con leche con estevia».