Jesús Calleja Maestros en el arte de la vida buena (1) «La risa es mi gran arma en las situaciones difíciles»
Aristóteles lo llamó ‘eudaimonía’; los japoneses, ‘ikigai’; los daneses, ‘hygge’. Desde siempre, el ser humano ha tratado de descubrir esa magia que nos permite encontrar el equilibrio con el entorno. Hablamos con Jesús Calleja, Teresa Perales y Fernando Colomo: tres ‘disfrutones’ que tienen la clave para que esos años extra que nos prepara la ciencia, de verdad, merezcan la pena.
Montañero, aventurero y presentador de programas que combinan las entrevistas y los desafíos. Era peluquero y ganaba bien, pero dio un giro a su vida y se fue a Nepal. Allí vivió 16 años y descubrió una nueva filosofía de vida. A los 56 años escala ochomiles y bucea con tiburones.
Si no te gusta tu vida, cámbiala
«Y la gente dirá: 'Claro, tú que lo has tenido fácil'. Pero no es verdad. Supe enseguida que uno de los pilares fundamentales para ser feliz está en el trabajo y por eso decidí cambiarlo. Tenía mi negocio de peluquería en León y nos iba como Dios, pero cerré porque me aburría. Porque yo solo conozco una vida, la que está aquí en la Tierra, y no quería desperdiciarla. No hay nada más extraordinario que tener la libertad y los huevos de poder decir: 'Mañana me largo del curro'. Aunque esté muy bien pagado».
Apaga y vuelve a encender
«Tenemos miedo al cambio porque buscamos lo que nos han enseñado desde pequeños: tienes que ser un ciudadano de provecho, hacer una carrera... Se nos mide por nuestro rendimiento económico en el trabajo, que, a su vez, nos genera un prestigio social. Vivimos atrapados por un exceso de consumo que nos genera unas obligaciones de las que no podemos escapar. Pero nada está programado y todavía no conozco un cambio que haya sido negativo porque, incluso fracasando, el cambio es estimulante».
Y, si no puedes cambiar de trabajo, intenta ser el mejor
«No hay nada peor que la mediocridad. Si te quieres quedar como estás, te 'reseteas' y dices: 'Voy a ser el mejor en lo mío'. Solo el hecho de intentarlo ya te va a procurar felicidad».
Humor contra el pánico
«Cada uno tiene sus herramientas cuando está acorralado. Unos reaccionan con el silencio; otros, con la desesperación; hay quien agacha la cabeza… A mí me da por reírme. Porque el humor es un catalizador que lo desengrasa todo. Cuando estás en una situación comprometida, puedes tener miedo, y eso es bueno porque generas las herramientas para darte seguridad. Pero si entras en pánico pierdes cualquier capacidad de resolución. Por eso yo siempre pienso: 'Mira, si me voy a matar, por lo menos me voy a partir de risa'. Eso te da unos segundos vitales para tomar una decisión acertada».
«El cambio siempre es estimulante, aunque fracases. El solo hecho de intentarlo ya te va a procurar felicidad»
Conexión Nepal
«Habrá quien diga que me río porque todo me va bien, pero eso es ahora. Trabajé 16 años como guía en Nepal por un sueldo paupérrimo, mientras vivía en una tienda de campaña, y me seguía muriendo de risa. Y a mis amigos del Tíbet vete tú a preguntarles cuánto dinero ganan, se parten. Es precisamente la gente más desfavorecida económicamente, pero con una riqueza espiritual, los que más me han enseñado a reírme. En Nepal es mucho más fuerte la conexión entre las personas, la empatía, y la vida fluye de otra forma porque el tiempo no existe. Ya sé que esa vida es impensable en Occidente, pero vivir a caballo entre esos dos mundos que me dan otra perspectiva».
Felicidad a la 'española'
«Todos los estudios sobre el índice de felicidad que hay en el mundo están enfocados a medir la pasta que manejan los países. Por eso, Dinamarca siempre sale entre los primeros. Parece que la felicidad está constituida en función de cuánto dinero tienes. No hay nadie en esos puestos de arriba que no esté entre los países con mayor índice per cápita del mundo. Incluso Japón. Que, perdónenme los japoneses, pero es el país más aburrido que he visto en mi vida. Si hablamos de gente que sabe vivir bien de verdad, de auténticos 'disfrutones', nadie como los españoles. He explorado el mundo y he visto todo lo que te puedas imaginar, pero me encanta volver a mi casa y disfrutar de mi familia, de mis amigos, de mis perros... No conozco ningún país en el mundo mejor que este».
Maravillosa flor de loto
«En los malos momentos pienso en un mantra del Tíbet: el de la flor de loto. Es una flor hermosa, pero, curiosamente, nace de aguas oscuras y con lodo. Por eso, cuando yo estoy en una situación muy difícil, siempre pienso que cuando consiga salir de esa oscuridad seré capaz de disfrutar de todo mucho más».
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