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Las luces de Navidad nos hacen felices: tiene explicación científica (y los alcaldes lo saben)

Dopamina y electricidad

Las luces de Navidad nos hacen felices: tiene explicación científica (y los alcaldes lo saben)

La ilusión infantil que genera también a los adultos decorar las casas e iluminar las ciudades cada mes de diciembre solemos atribuirla al 'espíritu navideño' pero varias investigaciones apuntan a fenómenos científicos... la magia existe, pero tiene truco. Te lo contamos.

Martes, 17 de Diciembre 2024, 16:09h

Tiempo de lectura: 4 min

Cada año, volvemos a preguntarnos lo mismo: ¿cuál es el momento adecuado para colocar el árbol de Navidad y encender las luces? Algunos, muy pocos, insisten en esperar hasta el 24 de diciembre, pero la gran mayoría coincide en colocarlo antes... mucho antes. Los americanos lo consideran apropiado después del Día de Acción de Gracias, le último jueves de noviembre,  los nórdicos lo hacen el Día de San Nicolás, el 6 de diciembre; en España, el llamado 'puente de diciembre', entre el 6 y el 8, suele ser la fecha 'admitida'. Pero hay incluso quienes, apenas concluye Halloween, no pueden resistirse a sacar las luces y los adornos. A estos últimos, los respaldan ahora los expertos... en psicología. Según nuevos estudios, decorar e iluminar el hogar propicia un mejor estado de ánimo y un aumento inmediato de la felicidad.

Las luces navideñas llevan presentes en nuestras vidas desde que en 1882, Edward Hibberd Johnson, un inventor estadounidense y socio del científico Thomas Edison, creó el primer árbol de Navidad iluminado en su casa de Manhattan: 80 bombillas eléctricas rojas, blancas y azules del tamaño de una nuez que impresionaron a todos los visitantes. Y al año siguiente fue imitado por toda la ciudad, hasta convertir a Johnson en el padre de las luces eléctricas para árboles de Navidad.

Pero es ahora cuando los científicos han descubierto el motivo científico del inmediato éxito de esta costumbre tan arraigada. ¿Por qué iluminar nuestro hogar o ver las calles encendidas –a pesar del gasto energético y la contaminación lumínica que producen– nos hace felices?

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El récord de las luces.Nueva York se ha consagrado como una de las ciudades estrella en cuanto a iluminación navideña. No solo por el emblemático árbol del Rockefeller Center que cuenta con más de 50.000 luces LED multicolores y que recibe más de 500.000 personas cada día durante la Navidad. Sus barrios también aglutinan turistas que se embarcan en tours para ver las luces  navideñas de los vecinos. Uno de los más visitados es el barrio de Brooklyn Dyker Heights, en el que algunos vecinos incluso contratan la decoración navideña a empresas, como si fuese una competición.

Los expertos señalan que el acto en sí de colocar la decoración, así como admirar las luces después, aumenta inmediatamente los niveles de dopamina, la hormona responsable de generarte felicidad. La base del efecto radica en el color y en los destellos brillantes que provocan en el organismo un incremento de los niveles de los químicos de nuestro cuerpo que desatan el entusiasmo.  «Se genera un cambio neurológico que realmente puede producir felicidad», afirma Deborah Serani –profesora de Psicología de la Universidad Adelphi de Nueva York– en el estudio Cordis de la Unión Europea.

Pero no es sólo una cuestión de cromoterapia, como el colorido nos afecta, también nos influye al decoración navideña por la neuroarquitectura, una nueva disciplina, que abordan cómo los entornos afectan al comportamiento humano. Por ejemplo, las típicas luces LED cálidas que colocamos en los árboles de Navidad provocan una sensación acogedora. Y, si son suaves, pueden promover la relajación y el bienestar.

Un estudio encontró 'pruebas' de la alegría navideña al registrar la actividad cerebral mientras los sujetos observaban imágenes típicas de estas fechas. La regiones del cerebro donde se libera más dopamina se iluminaban como un árbol de Navidad

Pero hay un factor más que juega a favor de las luces navideñas: la nostalgia y la memoria. Según explica Serani, para muchas personas, la Navidad es una época mágica, de inocencia y alegría, vinculada a la infancia y cuando la rememoramos, nuestro cerebro acciona una serie de regiones que liberan serotonina y dopamina, neurotransmisores que provocan emociones positivas y alivio emocional. Pero, además, cuando esa dopamina afecta el núcleo accumbens –una parte del cerebro implicada en el control emocional y que comunica con el hipocampo, vinculado a la memoria–  el aprendizaje de esa sensación perdura más en el tiempo.  De ahí, que sea una costumbre que queremos repetimos año tras año.

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Cada año, más presupuesto. Año tras año, las luces navideñas acaparan más presupuesto de las ciudades españolas. Este año, por ejemplo, en Madrid se han gastado cuatro millones de euros, un 7,5 por ciento más que en 2022. Pero ha sido Málaga (en la imagen) la que más se ha esforzado. Ha elevado el gasto de sus luces a 1,5 millones, superando así a su gran rival 'lumínico', Vigo, cuyo alcalde ha convertido la decoración navideña de la ciudad en un exitoso reclamo turístico.

Es más, un estudio realizado en la Universidad de Dinamarca en 2015 encontró 'pruebas' de la alegría navideña en el cerebro. La investigación consistió en registrar mediante resonancia magnética la actividad del cerebro de los sujetos de la investigación mientras observaban imágenes típicas de Navidad. La regiones del cerebro donde se libera más dopamina se iluminaban como un árbol de Navidad.

¿Y qué pasa si es tu vecino colocar las luces de Navidad, te hace eso feliz? El efecto lumínico es independiente de quién coloque la iluminación, incluso si lo hace el alcalde de tu ciudad y no te cae bien... Pero lo que se ha investigado en psicología es cómo te perciben los demás si eres de los que decora su casa en Navidad: según un estudio publicado en Journal of Environmental Psychology, las iluminaciones navideñas te hacen parecer más amigable y accesible para tus vecinos... ganas puntos. ¿Entiendes ahora lo de los alcaldes?