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Alejandro Cencerrado 'En España tenemos que tomarnos en serio la felicidad'

Este físico mide la felicidad en el mundo. Trabaja como analista jefe del Instituto de la Felicidad de Copenhague, una entidad pionera. Sobre qué hacer para evitar la tristeza hablamos con él.

Por Carlos Manuel Sánchez

Lunes, 01 de Noviembre 2021

Tiempo de lectura: 6 min

Alejandro Cencerrado (Albacete, 34 años) tiene un trabajo insólito: mide la felicidad de los ciudadanos. El promedio de cada país, algo así como la felicidad interior bruta, es una herramienta que la ONU considera más eficaz que el PIB para calibrar el bienestar de las sociedades. Este licenciado en Ciencias Físicas por la Universidad Complutense emigró a Copenhague. Allí trabaja como analista jefe de grandes datos en el Instituto de la Felicidad, una entidad pionera en el mundo. No le falta trabajo. Los daneses solían liderar las estadísticas mundiales, desde 2018 superados por los finlandeses. España, muy alejada de las primeras posiciones, ocupa el lugar 24º en el último Informe Mundial de la Felicidad.

XLSemanal. ¿Qué hace un joven de Albacete en el Instituto de la Felicidad de Copenhague?

Alejandro Cencerrado. Vine hace 9 años. Acabé la carrera, no tenía trabajo y estaba mi hermana por aquí. Estuve trabajando en varios sitios hasta que me presenté a una entrevista en este instituto. Les conté que llevo un diario desde hace 16 años en el que anoto mi nivel de felicidad cada día, en una escala del 0 al 10. Me contrataron.

XL. No me extraña.

A.C. Empecé cuando tenía 18 años. Quería saber por qué no era feliz si tenía todo para serlo…

XL. ¿Ha llegado a alguna conclusión?

A.C. Sí, que es la gente que tienes a tu alrededor la que te hace feliz. Estar con gente a la que quieres y que te hace sentir especial. En nuestras investigaciones, siempre aparecen dos factores que marcan la diferencia: la soledad y la calidad de las relaciones sociales.

XL. ¿Y cómo son sus días ahora que ya sabe el secreto de la felicidad?

A.C. [Ríe]. La mayoría de las veces me doy un 5. Ayer, sin ir más lejos.

XL. ¿Solo un aprobado?

A.C. Intento ser objetivo.

XL. Por objetivo que sea, ¿medir sentimientos no es arbitrario?

A.C. Cuanto mayor es el universo de la muestra, los datos son más fiables. Si comparamos país por país, siempre sale un porcentaje muy parecido de gente que se siente sola. Suele ser un 6 o 7 por ciento. Que eso pase en todas partes es significativo. La ciencia de los grandes números te lleva a conclusiones fiables.

“Comparando múltiples factores, es más infeliz una persona que está sola o se siente sola que una persona enferma”

XL. Abderramán III, el califa de Córdoba, llevaba un diario parecido. Vivió 70 años y disfrutó de un poder inmenso. Pues bien, al final de su vida solo había anotado 14 días felices.

A.C. ¡Es que es difícil! Al principio, me generaba cierta impotencia que mis días buenos fueran casi tantos como los malos. Hay dos procesos que lo explican. Uno es la adaptación. Te suben el sueldo, eres feliz unos días y luego te da igual. Te cambias de casa… y lo mismo. Tendemos a volver al valor promedio.

XL. ¿Y el otro?

A.C. La felicidad suele darse por contraste. Los días más felices destacan por comparación con los infelices. El relax después de la época de exámenes, por ejemplo. Esos dos procesos hacen que la felicidad duradera sea una utopía.

XL. ¿Con la pandemia hemos sido más conscientes de la soledad?

A.C. Nosotros comparamos múltiples factores, y suele ser más infeliz una persona que está sola o se siente sola que una enferma.

'Nuestro país no está entre los de más alto índice de felicidad porque mucha gente lo está pasando mal: el paro, depresiones no tratadas…'

XL. ¿Y qué hacemos?

A.C. Hablar del tema. Estamos hablando mucho del desempleo, del contagio, de los síntomas. Pero, cuando miras los datos generales, la infelicidad es enorme y la soledad se ha disparado con el coronavirus. Y apenas se habla de ello.

XL. ¿La soledad es una asignatura pendiente?

A.C. Sí. Las instituciones no saben tratar este problema. Y en los sistemas de salud pública debería ser una de las prioridades. Se ha demostrado que la soledad afecta a la salud. La sanidad se preocupa de si tienes movilidad, dolor… Pero no sabe muy bien qué hacer si te sientes solo. A nivel institucional no se tiene en cuenta. Y tampoco sale a colación en el debate público.

XL. O sea, que la felicidad hay que tomársela en serio…

A.C. Sin duda, y los países que se la toman en serio, como Nueva Zelanda, lo primero que hacen es reforzar la salud mental para detectar las depresiones y tratarlas. Si el sistema público está desbordado, es muy difícil. También hay una diferencia de mentalidad a la hora de exponer lo que te pasa. En Dinamarca, si alguien ha pasado por una depresión te lo dice abiertamente, como si te estuviera hablando de que se ha roto una pierna. En España todavía nos cuesta hablar del tema, se considera algo casi vergonzoso.

XL. Quizá si exteriorizas que lo estás pasando mal proyectas una imagen de inseguridad o incluso de perdedor.

A.C. Sí, y es curioso, porque los daneses no son tan proclives a hablar de sus emociones, en general, como son los españoles. Pero en el tema concreto de la depresión sí que lo hacen. Es un tema cultural. Los han educado en la idea de que la salud mental nunca es algo que haya que ocultar.

'Los daneses y los finlandeses se alternan en el primer puesto. Ayudan a la población que sufre, aunque luego no sean tan sociables ni se vayan de cervezas'

XL. En las estadísticas, los países nórdicos siempre están arriba. Dinamarca repite cada año el primer o el segundo puesto en niveles de felicidad. Y España siempre está en el pelotón de los mediocres. En el último ranking, en el puesto 24. ¿No es extraño estar tan abajo si somos tan sociables?

A.C. Sí, es una paradoja. Lo que pasa es que la puntuación media de nuestro país baja mucho porque hay un porcentaje muy importante de gente que lo está pasando mal. Por ejemplo, hay un 25 por ciento de jóvenes desempleados. Y muchas personas que padecen depresión o ansiedad y no reciben tratamiento… Los daneses son mejores a la hora de ayudar a esa parte de la población que sufre, aunque luego no sean tan sociables ni se vayan de cervezas con tanta frecuencia, pero saben reducir la miseria de su país.

XL. ¿Los países más felices también tienen un plus de resiliencia a la hora de enfrentar estas situaciones extraordinarias?

A.C. Sí, de hecho, en el último informe de la ONU se hablaba de esto. Por ejemplo, la sociedad donde la gente confía en los demás sufre un impacto mucho menor en su felicidad, y con el coronavirus se ha comprobado. En España estamos luchando los unos con los otros continuamente. No buscando soluciones, sino viendo a ver a quién le echamos la culpa del bando rival. Por el contrario, en la sociedad danesa todos están juntos en esto.

'La gente es menos infeliz en los países donde se confía en los demás. Tres de cada cuatro daneses, cuando les preguntas si los demás son de fiar, te dicen que sí. Y en España es uno de cada cuatro'

XL. Es que los daneses dejan el carrito con el bebé en la puerta del supermercado. Tienen un alto concepto del prójimo.

A.C. Eso también está medido. Tres de cada cuatro daneses, cuando les preguntas si los demás son de fiar, te dicen que sí. Y en España es uno de cada cuatro.

XL. Hace poco nació su primer hijo. Habrá caído algún 10…

A.C. ¡Qué va! Entre las pocas horas de sueño y las preocupaciones de cualquier padre por el bienestar de su bebé… Pero mi mujer y yo somos razonablemente felices.

¿Como se mide la felicidad?

El informe mundial sobre la felicidad es una estadística elaborada por Naciones Unidas que compara la felicidad de los ciudadanos de 156 países atendiendo a seis factores. Dos de ellos son valores cuantificables: PIB per cápita y esperanza de vida saludable. Los otros cuatro están confeccionados en función de parámetros más subjetivos: generosidad, apoyo social, libertad y ausencia de corrupción. Finlandia lidera el ránking, por cuarto año consecutivo, seguida de Islandia, Dinamarca y Suiza. España ocupa el puesto 24º.

Etiquetas: salud mental
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