Galicia pisa el acelerador para ser el destino gastronómico de referencia

Laura García del Valle
laura g. del valle REDACCIÓN / LA VOZ

SABE BIEN

SANDRA ALONSO

Es la primera comunidad en atractivo culinario, pese al lastre del «turismo de bocata»

15 oct 2018 . Actualizado a las 18:58 h.

A cualquier turista que llegue a Galicia, y el año pasado lo hicieron más de cinco millones, le resultaría como mínimo curioso conocer esa extraña tradición que llevan a gala los residentes en la esquina noroeste peninsular de dejar en el plato el último trozo de una ración de calamares, raxo o pulpo: «la vergüenza del gallego». No entenderían el porqué de ese sacrilegio, ya que una amplia mayoría de los visitantes que hacen parada en la comunidad se desplazan motivados por la gastronomía gallega y su variada oferta, que va desde los punteros 11 restaurantes con estrella Michelin, hasta sus furanchos y catas de vino organizadas en selectos entornos.

Lo confirman los datos, pues en el último ránking de destinos favoritos de turismo gastronómico, realizado por la consultora especializada Dinamiza, Galicia se encuentra en la primera posición de España en cuanto a atractivo gastronómico. Y pese al lastre del «turismo de bocata», que muchos achacan al Camino de Santiago, según el Clúster de Turismo, Galicia es, junto Castilla-La Mancha, la comunidad en la que más dinero se dejan los turistas en comer: 330 euros por persona frente a los 248 de la media del conjunto del país. Para mejorar estos de por sí reveladores datos, el Ejecutivo autonómico trabaja desde abril en un nuevo Plan Estratégico de Turismo Enogastronómico que apoyará el producto local y la tradición, y también la vanguardia, poniendo en marcha programas de innovación y formación en el sector.

Turismo responsable

Como explica José Antonio Fraiz, profesor de Investigación de Mercados Turísticos en la facultad de Turismo de la UVigo, «la naturaleza y la gastronomía son las principales motivaciones para desplazarse a nuestra comunidad. Recibimos las tipologías turísticas más responsables, al ser un turismo alternativo y por tanto lejos del masivo». Una perita en dulce digna de ser cuidada. Además, los viajes gastronómicos consiguen desestacionalizar el turismo, uno de los lastres que arrastra, por ejemplo, el sur de España. De hecho, según los resultados del estudio de Dinamiza, el 38 % de los encuestados realiza viajes gastronómicos de forma mensual. Sin embargo, hay quien cruza océanos para conocer el Outono Gastronómico, una iniciativa de la Consellería de Turismo en la que casas rurales de la comunidad ofrecen menús pensados específicamente para esta ocasión; y quien pasa varias fronteras para darse el gusto de disfrutar de una cata privada de los mejores vinos gallegos.

No es barato, pero cada vez son más los bolsillos pudientes que se suman a esta tendencia. Lo explican fuentes de Via Vinum, una agencia especializada en enoturismo con sede en Madrid: «El perfil de turista que contacta con nosotros para viajar a Galicia procede en su mayoría de Estados Unidos, Canadá y México, y suelen ser viajes pagados por sus empresas como incentivo», explican, para añadir que la demanda no deja de crecer. «Este tipo de turismo es imparable, y en Galicia las bodegas se han puesto las pilas. Ahora todas las relevantes tienen un departamento de enoturismo. Para dar el último empujón solo hace falta que haya más inversión pública en este campo y que por fin llegue el AVE a vuestra comunidad».

Para Manuel Vidal, propietario del hotel Scala (Padrón), más allá del problema de la comunicación, para que Galicia se afiance como destino gastronómico definitivamente hay que poner coto al «‘turismo de bocata’, o de mochileros. Se potenció mucho el Camino durante años, pero no lo suficiente la gastronomía. Yo tengo un menú de 13 euros en el restaurante de mi hotel y veo a gente que se va al supermercado a hacer la compra. Hay que intentar cambiar estas conductas».

«El bajísimo precio de los platos es un filón para el turista»

Alberto González abrió en marzo de este mismo año su restaurante Silabario (Vigo), en la sede del Celta, que se encuentra en la concurrida calle Príncipe. Habla claro sobre las mejoras que ha visto en los últimos años en el ámbito de la gastronomía en Galicia, entre las que destaca el entendimiento con las Administraciones públicas. «La mayoría de las ayudas están bien encauzadas y sin ellas sería muy difícil hacer nada. Cualquier acción debe contar con apoyo público para poner a Galicia en el foco que queremos». Pero González también es crítico con las flaquezas del sector. «Tenemos que creernos más lo que tenemos y dejar de insistir solo en el producto, porque al final mandamos un mensaje equivocado: parece que das una patada a la arena y sale un centollo». Eso sí, en cuanto al precio de los menús de la comunidad, el propietario de Silabario explica que «es un auténtico filón». «Los precios son bajísimos con respecto al resto de comunidades. Los mismos platos en otros sitios de España costarían un 30 % más».

«Antes venían por el producto, ahora también por el restaurante»

«A la gente no le importa moverse si es para comer bien. Lo notamos en el restaurante y, de hecho, tenemos cantidad de clientes asturianos que vienen específicamente por el local y se vuelven a casa». Lo que comenta Héctor López, chef del restaurante España (Lugo), es un fiel reflejo de la realidad, al menos de la que demuestra la encuesta realizada por la consultora Dinamiza. El estudio constató que un 42 % de los turistas que viajan por motivos gastronómicos lo hacen en un radio inferior a 200 kilómetros desde su lugar de origen. Comenta López que, además del gusto por el buen comer que cada vez valoran más los viajeros, ha cambiado en Galicia un factor relevante: «Antes la gente venía a la comunidad por el producto, pero ahora lo hacen también porque quieren visitar un restaurante determinado o porque un cocinero es conocido fuera de la comunidad por sus platos». Optimista con la situación explica, no obstante, que es imprescindible que se mejore el transporte para llegar a Galicia.