La conocida bioquímica, que empezó a divulgar sobre nutrición a la población general cuando nadie lo hacía, llevaba retirada desde el 2022
07 nov 2024 . Actualizado a las 16:29 h.Ana María Lajusticia, fundadora de la marca de suplementos homónina, ha fallecido con cien años. «Despedimos con amor y profunda admiración a esta excepcional científica, pionera en introducir el magnesio como complemento clave en la alimentación», señala su empresa en un comunicado compartido este 7 de noviembre. «Mujer inquieta y valiente, que con honestidad y enorme entrega se comprometió a cumplir su propósito de promocionar un estilo de vida saludable y accesible para todos, compartiendo lo aprendido en su propia vivencia personal», añaden.
Lajusticia nació en Bilbao, el 26 de julio de 1924. En 1947 se licenció en Ciencias Químicas por la Universidad Complutense de Madrid, y formó parte de las primeras promociones de mujeres químicas en España. «En clase éramos como nueve o diez de unos 180 o 190 alumnos», señalaba la bioquímica en una docuserie publicada por su firma, a raíz de su jubilación.
Sus buenas notas hacían que fuese conocida como «Ana Mari, la de las matrículas». En 1947, cuando tenía 24 años, fue nombrada jefa de los Laboratorios Minersa. Posteriormente, y al mudarse del País Vasco a Cataluña, también fue profesora de Ciencias Naturales y de Física en un instituto, trabajó en un herbolario ajeno y, más tarde, pudo abrir el suyo propio. Para impartir sus clases —detallaba en la docuserie que compartía con su nieta Lara Feliú— estudiaba mucho más de lo que tenía que explicar a sus alumnos.
Cuando la bioquímica empezó a popularizar los beneficios del magnesio, allá por los años 70 y 80, las críticas no tardaron en llegar. Para responderles, Lajusticia puso su firma y su cara como logo de su marca, una imagen que ha permanecido en los envases durante los últimos cuarenta años: «Ciertos médicos se pusieron en contra de mí. Uno de ellos, incluso, me llamó “indocumentada e irresponsable”. Lo escribió en la página 138 de su libro», recordaba la vasca en sus memorias gráficas.
«Cuando saqué los productos, pensé: “Estoy tan segura de lo que digo y de lo que hago, no porque sea mi opinión, sino porque lo dice la química, que pongo mi firma y mi foto”», añadía. Quienes la conocen insisten en que nunca ha soltado los libros.
A los 41 años fue diagnosticada de una diabetes tipo 2, muy relacionada con el estilo de vida. «Yo comía lo que me gustaba, mi madre era muy golosa y mi abuela, muy buena cocinera. Tomábamos muchos dulces, no me gustaba la carne, me la saltaba así que comía muchos hidratos de carbono», apuntaba. Así, comenzó un interés por la nutrición que la llevó a escribir varios libros sobre dietas saludables. Según la vasca, todo lo que había se centraba en personas veganas o vegetarianas. «Por eso, mis libros se vendían. Cada seis meses, salían nuevas ediciones. De los primeros salieron veintitantas». El hecho de haber estudiado químico facilitó que comprendiese cómo funciona la alimentación.
Se interesó por el magnesio, su suplemento estrella, por casualidad. «Cayó en mis manos un libro sobre ello, lo leí y vi que iba bien para tantas cosas que pensé, esto es una tomadura de pelo». Sin embargo, entre esas páginas aparecía como solución a un problema contra el que llevaba luchando muchos años: los forúnculos en la cara. «Iba a los mejores médicos de Barcelona o de Bilbao y nadie me daba una solución. Yo ya comía bien, con proteína en el desayuno, comida y cena; así que empecé a tomar magnesio. En cuestión de un mes, los forúnculos desaparecieron», contaba en su docuserie.
A medida que descubría los beneficios de este suplemento, quiso seguir formándose. Un año después de ver el efecto en su piel, acudió a un simposio en honor a Severo Ochoa, Premio Nobel de Fisiología y Medicina, «y me fijé en que mencionaba, constantemente, el magnesio en la formación de proteínas», decía Lajusticia. «Me quedé convencida de la necesidad de este mineral y de cómo actuaba». Un año después, se fue a otra convención mundial, esta vez en Montreal: «Hice mi maleta y me fui sola».
La intención de esta bilbaína fue democratizar el acceso y el conocimiento de este mineral. Fundó su marca en 1980, de la que el magnesio es el buque insignia. En la actualidad, es regentada por su nieta. Pese al esfuerzo y tiempo invertido en su formación, reconocía sentirse muy afortunada por las oportunidades que había tenido en su vida: «Estaba en el sitio adecuado, en el momento preciso».