El aumento de peso de David Bustamante al dejar de fumar: ¿cuánto se engorda de media al abandonar el cigarro?
ENFERMEDADES
El incremento de grasa se produce en el contexto del síndrome de abstinencia, donde la comida puede ayudar a calmar la ansiedad
03 dic 2024 . Actualizado a las 17:34 h.David Bustamante se ha convertido en tendencia este fin de semana, después de que un vídeo de su concierto en Ponferrada se hiciese viral. El motivo, su ganancia de peso. Su imagen sorprendió a muchos y las redes sociales no tardaron en llenarse de críticas y bromas sobre el aspecto que tenía.
A la par, entre sus defensores, también se viralizó un mensaje que el popular cantante de 42 años lanzó en el 2021, durante una entrevista en El Hormiguero, respondiendo, precisamente, a los comentarios sobre cuerpos ajenos: «A la gente no hace falta decirle si está gorda, si está demasiado flaca. Cada uno tiene sus historias, sus problemas. Cada uno tiene espejos en casa. Y cuando llega el momento de cada uno, si decide tomar una decisión y buscar su mejor versión, sea cual sea, hay que respetarla. Porque tendemos a hacer daño de forma gratuita. Todo el mundo tiene un espejo, no le digáis si ha engordado. Decidle qué tal estás», concluía el de San Vicente de la Barquera.
De nuevo, para zanjar el debate actual, este lunes por la tarde, el programa de Telecinco, Tarde AR, se ponía en contacto con el artista para conocer su opinión sobre la polémica. «Una vez más, las redes se han inundado de comentarios sobre el aspecto físico. Ha vuelto a subir de peso y nosotros sabemos de su propia boca por qué ha cogido esos kilitos», comenzaba diciendo Ana Rosa.
A continuación, el cantante entraba en directo: «Si no fuera por ti, ni me hubiera enterado de eso, gracias por tu preocupación, pero yo estoy bien... Nada más que añadir. Cuando dejas de fumar pasan estas cosas, nada que no se pueda solucionar. Feliz Navidad y un fuerte abrazo. No obstante, os agradezco la preocupación», señalaba. Así, cerraba el debate y ponía fin a los comentarios negativos.
¿Cuánto engorda dejar de fumar?
Uno de los aspectos más preocupantes para muchos en el proceso de abandonar el hábito tabáquico es la ganancia de grasa corporal. Si bien no siempre sucede, es una posibilidad. En concreto, se estima que, de media, la persona puede aumentar entre tres y cinco kilogramos en la báscula.
Este incremento se explica en el contexto del síndrome de abstinencia. Durante la primera semana sin tabaco, cuando uno no dispone de tratamiento farmacológico o clínico, es normal que surjan síntomas de este síndrome, que habitualmente se conoce como el mono. La manifestación es variada: desde problemas de índole física a psicológica, con presencia de irritabilidad, ansiedad, insomnio y aumento del apetito. Todo ello justificado por la carencia de nicotina, la droga que produce la enfermedad del tabaquismo.
Con todo, el reto no termina en la primera semana. Durante el primer mes, el individuo también tiene que hacer frente al craving (antojo, en inglés), que no es lo mismo que el síndrome de abstinencia, aunque guarda algunas semejanzas. «Llamamos craving a esos momentos en los que el cuerpo siente la imperiosa necesidad de nicotina», detallaba Carlos Rábade, neumólogo en el Complejo Hospitalario Universitario de Santiago de Compostela, en este reportaje: «No duran más de dos o tres minutos. Muchas veces van asociados a estímulos externos como puede ser el café, el cigarro de después de comer o el de antes de dormir que están asociados por el fumador a una recompensa positiva».
Son momentos puntuales donde el fumador necesita nicotina. Esta necesidad puede estar motivada por la propia sustancia o por el hecho de que relaciona una costumbre con el hábito en sí. La buena noticia es que la frecuencia de este problema disminuye a medida que pasa el tiempo, aunque en estas primeras cuatro semanas, el riesgo de recaída es mayor. Por ello, conviene estar atento.
¿Por qué dejar de fumar engorda?
El origen de esta ganancia de peso es multifactorial, no siempre sucede y depende del contexto de cada uno. Por ejemplo, en algunos fumadores, el cigarrillo sirve para cambiar de sabor de boca o para mitigar el apetito. Otros lo usan, sin saberlo, para regular sus niveles de glucosa a través de la nicotina pues, aunque no sean conscientes de ello, estos han bajado y producen una reducción de la energía. Otros fuman para calmar la ansiedad, los nervios o, simplemente, porque han hecho de ello una costumbre.
Precisamente, la relajación que produce fumar la provoca, también, comer o masticar. «Además, al dejar de fumar, se recupera el sentido del gusto y del olfato, y la comida apetece más», recoge el Hospital Universitario La Paz. De hecho, el consumo de algunos productos concretos, como el chocolate o los frutos secos, tienen efectos parecidos a nivel cerebral. «Por lo general estos alimentos son muy ricos en calorías y fáciles de transportar o de disponer de ellos en cualquier momento, por lo que puede se tender a utilizarlos más», indica el centro madrileño. Así, se aumenta la ingesta de ultraprocesados y, con ello, la ingesta calórica.
Eso sí, esto no significa que una persona deba seguir fumando, ni mucho menos. Por un lado, se ha visto que el hábito tabáquico también se relaciona con un aumento de la grasa abdominal y, por otro, incrementa el riesgo de desarrollar enfermedades cardiovasculares o cáncer, entre otras. En otras palabras, que los beneficios de abandonar el hábito tabáquico siempre deben prevalecer sobre cualquier otra razón.
A su vez, la ganancia de peso es evitable, si la persona sigue una dieta saludable y tiene un estilo de vida activo.
¿Es mejor dejarlo de golpe o de forma gradual?
La eterna pregunta. En realidad, no existe una fórmula mágica. A unos les funcionará cortar por lo sano con el tabaco, y a otros, poco a poco. La mayoría intenta seguir la primera opción, «si fuman poco, lo pueden conseguir. Si fuman mucho, lo van a pasar muy mal porque tendrán síndrome de abstinencia y no les será del todo posible», indicaba Elisardo Becoña, catedrático de psicología clínica de la Universidad de Santiago de Compostela y director de la Unidad de Tabaquismo y Trastornos Adictivos en la propia USC, en este artículo.
Cuando el proceso se produce en un entorno clínico, guiado por profesionales, lo habitual es que se siga una estructura progresiva. «En los tratamientos que existen psicológicos o farmacológicos, la idea es siempre reducir gradualmente el consumo de tabaco e ir manejando situaciones. Es decir, si lo intenta el propio fumador que haga el procedimiento que él considere más adecuado, pero cuando pasamos a tratamientos de tipo clínico hay que controlar el síndrome de abstinencia», concluía el experto, quien recordaba que en la actualidad, los fumadores cuentan con un amplio abanico de opciones terapéuticas.