Vincent Figueredo, cardiólogo: «Si crees que estás teniendo un ataque al corazón, mastica una aspirina y ve a urgencias»

ENFERMEDADES

El reconocido especialista e historiador del corazón explica el estudio pasado que se hizo de este órgano
24 feb 2025 . Actualizado a las 13:28 h.La cronología del corazón comienza con una pintura rupestre de un mamut con un símbolo rojo donde debería estar el corazón. Se estima que es del año 20.000 a.C., y termina en el 2019, cuando se logra que las células cardíacas puedan regenerarse gracias a la terapia génica. Así lo recoge Vincent M. Figueredo, un reconocido cardiólogo e historiador del corazón. Ahora, publica en España La curiosa historia del corazón (Ariel, 2025), en el que hace un viaje cultural y científico del órgano que trata.
—¿Cómo fue la primera vez que vio un corazón?
—La primera vez que vi un corazón latiendo, en persona, fue cuando era estudiante de medicina. Trabajaba en la unidad de cuidados intensivos y tenía un paciente que acababa de salir de una cirugía. Se había sometido a un baipás de las arterias coronarias y había acumulado sangre alrededor del corazón, que a su vez, había dejado de funcionar. Entonces, el cirujano entró corriendo, abrió el pecho allí mismo y sacó toda la sangre de alrededor, para luego pedirme que comenzara a masajearlo. Y mientras lo apretaba, que parecía una pelota de tenis, comenzó a latir en mi mano. Al principio, era muy lento y luego fue cada vez más rápido. Me quedé asombrado. Esta persona tenía un corazón relativamente débil y, sin embargo, lo sentía muy fuerte en mi mano.
—¿Qué significaba el corazón para otras civilizaciones?
—Nuestros ancestros sabían que este órgano latía en su pecho y, como hacían sacrificios y embalsamaban a sus muertos, sabían que era el corazón ese órgano que bombeaba. Se dieron cuenta de un par de cosas. Que cuando uno tiene miedo, está asustado, enfadado o, de repente enamorado, el corazón late más rápido. Así que les parecía que ahí estaban sus emociones, su sentido de sí mismos. También sabían que cuando dejaba de latir, el cuerpo se enfriaba. Así que pensaban que el corazón era un horno que te mantenía vivo. Empezaron a intentar entender en su cuerpo cuál era su centro emocional, cuál era su ser, su alma. Para ellos, tenía más sentido que estuviera aquí mismo [se señala el pecho] en el medio de su cuerpo. Además, es un órgano caliente, que latía, no era esa «cosa fría y sin sentido que está ahí arriba» (el cerebro).
—¿Y cuándo se empezó a considerar al corazón como un órgano sin vinculación emocional?
—William Harvey, médico del rey Carlos I de Inglaterra, tuvo un paciente al que una caída de un caballo terminó dejándole un agujero en la parte izquierda del pecho. A través de este agujero se podía palpar, y cuando este médico lo hizo, se dio cuenta del papel fundamental del corazón en la circulación de la sangre. Entonces, pensó que estaba desprovisto de emoción y era simplemente una bomba que circulaba la sangre a través del cuerpo. Aunque la idea de la circulación se remonta a tiempos antiguos, los antiguos chinos, los antiguos indios, los antiguos egipcios, probablemente todos sabían que el corazón hacía circular la sangre, el primero que lo demostró científicamente fue el doctor William Harvey. Él creía que el corazón no tenía ninguna emoción ni sentido, ningún sentimiento, sino que simplemente era una bomba. Ese fue el comienzo de la disociación de los humanos del alma y el sentido del yo del corazón.
—¿Cuándo se pasó al emoji de corazón?
—Bueno, curiosamente, casi al mismo tiempo que se hacía esa distinción entre el alma y el corazón, el símbolo de este se volvió viral. Se hizo presente en la literatura y el arte, y se convirtió en una representación del amor a la familia y a Dios. Es interesante que cuando el corazón se convirtió en nada más que una bomba, el símbolo del mismo se volvió tan importante en nuestra vida diaria como representación de nuestro amor. Todavía lo usamos para decir te quiero. Es omnipresente en nuestra sociedad. Está en nuestros mensajes, en nuestros correos electrónicos, y si queremos decir que algo nos gusta en Instagram, le damos un toque al corazón. Si queremos algo saludable en el restaurante, miramos el corazón para ver las opciones saludables. Si estamos jugando a videojuegos, la cantidad de vidas que nos quedan es la cantidad de corazones que hay en la esquina. Todavía decimos cosas como: te amo con todo mi corazón, o entregar nuestro corazón a Dios. Con esto digo que sigue muy presente en nuestra cultura. Pero, paradójicamente, cuando le preguntas a alguien para qué sirve, te dice que es una bomba.

—¿Qué piensa usted?, ¿considera que nuestras emociones están en nuestro cerebro y no en el corazón, o viceversa?
—Fíjate, hay una nueva área de la ciencia llamada neurocardiología. Y lo que han descubierto es una conexión entre el corazón y el cerebro, resulta que uno le habla al otro. El corazón tiene unas 40.000 neuronas en su parte superior, así que tiene su propio cerebro que le ayuda a percibir, regular y recordar. Pero esta interconexión es muy interesante porque el corazón afecta a los centros de atención y a la memoria. Además de las señales neurológicas directas, otra forma de hacerlo es el ritmo regular del corazón. Un ejemplo negativo es que las personas con ritmos cardíacos anormales o arritmias pueden desarrollar ansiedad y ataques de pánico debido a estas señales irregulares que el corazón envía al cerebro, mientras que las personas que meditan, practican la atención plena o cantan, desarrollan estos ritmos armoniosos y coherentes. Eso afecta al cerebro, al centro de procesamiento emocional, a la atención y a la memoria. Así que existe esta conexión.
—¿Cómo estudiaron el corazón las primeras civilizaciones?
—Las primeras civilizaciones tuvieron corazones en sus manos porque hacían sacrificios humanos. Sacaban el corazón durante el procedimiento de embalsamamiento cuando enterraban a sus muertos. Sabían cómo era un corazón físico. Y, desafortunadamente, sus representaciones estuvieron ocultas a la historia hasta los últimos 200 años, cuando la gente comenzó a descubrirlas.
—En su libro destaca el conocimiento que tenía la civilización islámica sobre el corazón en particular, y la medicina en general.
—Sí, todo el trabajo temprano que hicieron los griegos y los romanos, estudiando el corazón, se escondió. Durante la Edad Media europea, la Iglesia creía que Aristóteles y Galeno tenían razón y que esa era la única visión aceptable. De hecho, la Iglesia buscó y destruyó las obras de muchos otros médicos y científicos griegos y romanos. Afortunadamente, en el mundo islámico, se salvaron esos textos y los estudiaron. Así que, mientras Europa estaba en esa Edad Media en la que no se realizaba ningún estudio sobre el corazón, los médicos islámicos siguieron estudiándolo. Incluso, desarrollaron escuelas de medicina. No podían hacer disecciones porque también estaban prohibidas, eso sí. Y luego, cuando Europa comenzó a salir del período medieval hacia el Renacimiento, comenzaron a estudiar los textos que los médicos y científicos islámicos habían salvado para aprender medicina y ciencias físicas.
—¿Se sabe cuándo se produjo el primer ataque cardíaco?
—Hay descripciones en textos del antiguo Egipto de, al menos, 1500 a. C., cuando hablan de un dolor agudo y repentino en el pecho y de la muerte de una persona. Más tarde, hay una descripción de Da Vinci de un anciano que murió, al cual le hizo una autopsia, y le encontró una enfermedad grave en las arterias del corazón. Así que supuso que había muerto por el cierre de una de esas arterias. La verdadera causa de un ataque cardíaco no se entendió hasta que allá por 1900, que empezaron a darse cuenta de que la causa real de la angina y del ataque cardíaco era un bloqueo de una arteria coronaria.
—¿Y la primera vez que se habla de enfermedad cardiovascular?
—Hasta 1900, las enfermedades del corazón se consideraban extremadamente raras. La gente moría de todo, pero no de una enfermedad cardíaca. Pero una vez que reconocemos la causa de un ataque cardíaco, a partir de 1900, estas comenzaron a convertirse en la principal causa de muerte en adultos. Y, a excepción de los años de la gripe española, el corazón ha sido la principal causa de muerte en hombres y mujeres desde entonces; sigue siéndolo. Sigue matando a más personas que todos los cánceres. Con el covid murieron alrededor de ocho millones de personas. Pero más de 20 millones mueren cada año por enfermedades del corazón.
—¿Por qué?
—Comenzamos a reconocer los factores de riesgo ya en la década de 1960. Por ejemplo, el tabaquismo ha ido disminuyendo desde entonces, lo que contribuyó a reducir las enfermedades cardíacas. También comenzamos a tratar la presión arterial alta, el colesterol alto, y eso ayudó a disminuir las tasas de mortalidad por enfermedades cardíacas. Sin embargo, tenemos algunas nuevas epidemias que están provocando un aumento, como la obesidad, la diabetes, el estrés y la ansiedad. Y la gente ignora esto último, pero el estrés tiene un papel muy importante en la causa de las enfermedades cardíacas y afectan negativamente a las personas que intentan recuperarse de ellas.
—¿Por qué el estrés es una causa de las enfermedades cardíacas?
—Probablemente haya varios mecanismos. Uno no biológico sería que las personas que están muy estresadas o ansiosas no hagan ejercicio, no coman bien, fumen más o beban más. Y luego, en cuanto a mecanismos biológicos directos, es cierto que cuando estás estresado o ansioso, tus niveles de adrenalina y cortisol aumentan y, con el tiempo, eso puede tener un impacto negativo en el corazón o en las arterias del corazón.
—Me recuerda a casos que, en ocasiones conocemos, en los que una pareja de ancianos fallecen con apenas horas de diferencia.
—Sí. Las personas que han estado juntas toda su vida se vuelven dependientes unas de otras, y cuando una muere, la otra básicamente tiene el corazón roto. Está triste, deprimida, y eso tiene efectos negativos en el corazón así como en los demás órganos del cuerpo. Literalmente apagan su cuerpo porque extrañan a esa otra persona.
—¿Qué significa tener un ataque cardíaco?
—Bueno, hay varias formas en las que se puede tener un ataque cardíaco, pero la más común es una ruptura repentina de una placa de colesterol en la arteria coronaria, lo que ocluye la arteria. Las plaquetas se adhieren a ella y bloquean el flujo sanguíneo al músculo cardíaco que está debajo, y si no se restaura, ese músculo cardíaco muere y no puede volver a crecer. Las salamandras pueden regenerar células cardíacas. Los humanos no pueden, así que una vez que estas se mueren, desaparecen. Estamos buscando estudios de modificación genética para hacer crecer células cardíacas humanas nuevamente. En 1900, se dieron cuenta de la causa de un ataque cardíaco, pero como no podían hacer nada al respecto, te daban morfina, te metían en cama y te decían que rezaras. Ahora, con técnicas de cateterismo, podemos entrar y colocar un balón y luego un stent, abrir esas arterias y salvar el músculo cardíaco..
—¿Cree que los cardiólogos saben cómo escuchar al corazón?
—No hay duda de que sabemos cómo colocar un estetoscopio en una persona y escuchar su corazón para ver si hay problemas en las válvulas cardíacas, problemas de insuficiencia cardíaca o con el revestimiento que rodea el corazón.

—Eso, de manera literal. Pero, ¿metafóricamente?
—Creo que algunos son mejores que otros. Habría que preguntarse si un paciente está deprimido, si está tan estresado que afecta de forma negativa a su corazón, si somos capaces de hablar con ellos y ayudarles. El estrés es un factor de riesgo de enfermedad cardíaca y creo que muchos cardiólogos suponen que el médico de familia o el psiquiatra se ocuparán de ello.
—¿Cómo describiría el corazón a una persona que no sabe cómo es y que nunca ha visto uno en su vida?
—Como un músculo inmensamente fuerte. Dicen que la cantidad de sangre que bombea un corazón a lo largo de 80 años es la misma que si abriésemos por completo el grifo de la cocina y lo dejásemos abierto sin parar durante 45 años. Así es como funciona el corazón y en la mayoría de las personas sigue funcionando sin parar durante 80 años. No necesita una puesta a punto, no necesita un reemplazo, así que es un órgano extraordinario. Descartes lo describió como una máquina.
—¿Qué haría si siente que está teniendo un ataque al corazón?
—Si crees que estás teniendo un ataque cardíaco, mastica una aspirina y ve a urgencias. Debes masticarla para que entre rápidamente en tu sistema sanguíneo. La aspirina evita que las plaquetas que se están coagulando en esa arteria sigan haciéndolo. Y como puede que todavía haya algo de flujo sanguíneo restante, si la masticas, se mantendrá hasta que llegues al hospital, mientras que el coágulo no empeorará.