Robert Sternberg, psicólogo: «Pensaba que la creatividad era algo intrínsecamente bueno, pero no lo es»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

SALUD MENTAL

Robert Sternberg es expresidente de la American Psychology Association (APA).

El expresidente de la Asociación Estadounidense de Psicología y profesor de Cornell explica por qué la inteligencia tiene que ver más con el bien común que con el cociente intelectual

27 jun 2023 . Actualizado a las 11:16 h.

Robert J. Sternberg es uno de los mayores expertos a nivel mundial en áreas de la psicología humana tan esenciales como la inteligencia, la creatividad y el amor. Su larga trayectoria en el campo está marcada por la publicación de numerosos libros que divulgan y ayudan a entender estos aspectos de nuestra mente, pero también por el prestigio de las instituciones académicas de las que ha sido parte: es nada menos que expresidente de la American Psychology Association (APA) y ha impartido clases como profesor en las universidades de Yale y Cornell. Pero es precisamente esta experiencia la que ha llevado al psicólogo a cuestionar la credibilidad del sistema académico como medida de la inteligencia y las capacidades humanas. Sternberg, que firma sus correos electrónicos con el diminutivo «Bob», asegura que las pruebas estandarizadas son un error y que incluso la creatividad puede ser algo peligroso si no la guía un sentido ético. En conversación con La Voz de la Salud, explica cómo ha llegado a ese punto de vista.

—¿Cómo define la inteligencia?

—Históricamente, la inteligencia se ha definido como la capacidad de adaptarse al ambiente. Después se crearon las pruebas estandarizadas. Pero te diré por qué pienso que esas pruebas de inteligencia son un error. Durante la pandemia de covid-19, hubo muchas personas de alto cociente intelectual, que se habían graduado de universidades muy prestigiosas de Estados Unidos, que estuvieron divulgando noticias falsas y desinformando a la población con respecto a las vacunas, diciendo que eran tóxicas, que te podían matar, que no funcionaban, diciendo que no hacía falta llevar mascarilla. Algunos de ellos murieron de covid-19. Un político estadounidense que era CEO de una gran corporación fue a una convención del Partido Republicano sin haberse vacunado y sin llevar mascarilla, contrajo covid-19 y murió. Podría darte muchos ejemplos así, pero se trata de demostrar un punto muy simple: ¿qué es ser inteligente? ¿Ir a Harvard y obtener buenas calificaciones en exámenes, o permanecer con vida? Tener un título de una universidad prestigiosa no te da la inteligencia necesaria para mantener la distancia social y usar mascarilla cuando hace falta. Y al contrario, muchas personas saben cómo sobrevivir a situaciones complicadas y lo logran, pero no se les dan bien las pruebas académicas. Ambas habilidades no son mutuamente excluyentes, pero tampoco son lo mismo.

—¿Cree que los colegios fomentan la inteligencia?

—Si te fijas en lo que la escuela imparte, verás que está enseñando muchas cosas que no son las que asociamos con esa educación formal. Por ejemplo, yo tengo hijos trillizos de doce años. Ahora mismo, como nos hemos mudado a Alemania, están yendo a un colegio nuevo. Hablan alemán, pero no al mismo nivel que los otros niños. Entonces, llegan a mitad de año a este colegio y se enfrentan a toda clase de desafíos: están aprendiendo el idioma, no conocen las reglas de los colegios alemanes, los grupos sociales ya están formados y establecidos. Entonces, se están encontrando con muchos retos y están aprendiendo de ellos. Así que, en este momento, no me preocupa tanto si se enteran de todos los contenidos que les dan en el colegio. Porque, además, la mayoría de lo que estudiamos, lo vamos a olvidar, o bien se volverá obsoleto e irrelevante. De las cosas que yo aprendí en clase de introducción a la psicología hace más de treinta años, casi nada aparece en los libros de texto que se estudian en esas clases hoy. Muchos de los datos que memorices ya no serán relevantes dentro de un tiempo. Echarle plomo a la gasolina parecía una buena idea en su día. Hoy, sabemos que no lo es. Y hay tantos ejemplos de esto. Entonces, lo que importa no es tanto el contenido que damos en la escuela, sino aprender a pensar, aprender a vivir en el mundo y aprender a conducir nuestra vida. Esa adaptación es lo que importa. Eso es inteligencia, no cuántos problemas aritméticos puedas resolver en un examen.

—¿Esta capacidad de adaptarse es lo que considera que nos hace exitosos?

—Yo defino la gente exitosa como aquella que se propone una serie de metas para su vida, trabaja tanto como puede, dentro de límites razonables, para alcanzar esas metas, y luego, si encuentra obstáculos, los sortea. Si una persona exitosa descubre que sus metas no son en realidad tan buenas como esperaba, las modifica y redirige sus esfuerzos. Continúa formulando, ejecutando y reformulando. Mientras que las metas sean prosociales y respetuosas con el medio ambiente, esa persona es exitosa. La inteligencia tiene que ser adaptativa no solo para uno mismo, sino que tiene que servir para mejorar el mundo para los demás de alguna manera. El éxito es encontrar esa esa forma de mejorar el mundo.

—¿Esa capacidad de mejorar el mundo es lo que hace a un buen líder?

—Parte de lo que hace a un buen líder es la búsqueda del bien común, pero otra parte es saber cómo llegar a él. Porque algo que encuentras cuando estás en posiciones de liderazgo es que hay gente que no quiere que las cosas cambien porque, sin importar lo mal que funcione el sistema, hay quien se beneficia de él o le resulta cómodo que las cosas sigan como están. Entonces, el liderazgo supone pensar en cómo llevar a la gente desde donde está cómoda hacia ese bien común.

—Gran parte de su carrera está dedicada al estudio de la creatividad. ¿Cómo podemos potenciarla?

—La creatividad se define como la actitud y la capacidad de producir ideas novedosas. Las dos características que tiene la creatividad son la novedad y la utilidad. Yo me pasé gran parte de mi carrera estudiando y escribiendo acerca del desarrollo de la creatividad y diría que es una actitud ante la vida, más que una habilidad. La gente creativa no nació así, sino que son personas que están dispuestas a ir en contra de lo que hace la multitud. El solo hecho de que la mayoría de la gente haga las cosas de una manera o piense de determinada forma no significa que ellos lo vayan a hacer también. Tienes que estar dispuesto a ir en contra del resto y de desafiarte incluso a ti mismo, a cuestionarte cosas que los demás no se cuestionan, no aceptar las cosas tal como son, estar dispuesto a correr riesgos y a que la gente se resista a lo que digas. Esto significa no tomarte tan en serio a ti mismo. Ahora bien, antes, yo pensaba que la creatividad era algo intrínsecamente bueno, pero no lo es. Mucha de la creatividad en el mundo se utiliza para propósitos del mal. Las empresas están constantemente buscando formas creativas de pagar menos a sus empleados dentro del marco legal. Los ingenieros de las redes sociales son creativos a la hora de pensar cómo mantenernos enganchados a ellas para que sus inversores ganen más dinero. Hay personas que se dedican a encontrar maneras creativas de enriquecerse estafando a otras. Entonces, lo que me parece más importante que desarrollar la creatividad es desarrollar un tipo de creatividad que sea transformador, que pueda efectuar un cambio positivo en el mundo. No basta con ser creativos si no desarrollamos al mismo tiempo un sentido de la ética que nos ayude a usar esa habilidad para el bien. La creatividad puede llegar a ser negativa o tóxica. Cuando nos centramos tanto en el resultado de un examen o una prueba, nos olvidamos de pensar en para qué queremos ser tan inteligentes y tan creativos. Eso es lo importante.

—¿Qué obstáculos nos impiden llegar a esa creatividad positiva?

—Hay muchos. Uno es la inercia de seguir haciendo lo que ya se hace. Otro es que los profesores de los colegios no están preparados para esto. Un tercer obstáculo es que algunos países se centran mucho en lograr resultados en pruebas académicas estandarizadas, pero esas pruebas no dan créditos por usar la inteligencia de una manera u otra. El sistema de recompensas para las escuelas y los profesores está mal planteado. Y otro obstáculo para la creatividad es tener una opinión demasiado formada de las cosas, una visión firmemente cerrada que no estás dispuesto a cambiar.

—¿Qué podemos hacer para desarrollar esa creatividad transformadora?

—Tenemos que buscar buenos modelos, personas a las que admiremos por cómo han usado su creatividad. Las hay en todos lados. Y hay que alentar a los niños a analizar las contribuciones creativas de esas personas al mundo para inspirarlos a que ellos usen en ese sentido su propia creatividad.

—Hablemos de las relaciones. Ha investigado mucho acerca de los pilares que hacen que funcionen: intimidad, pasión y dedicación. A nivel global, se está viendo un aumento de los divorcios. ¿Esto se puede atribuir a fallas en alguno de esos pilares?

—No exactamente. Se ha vuelto más difícil relacionarnos debido a las características de los distintos canales de comunicación de los que disponemos. Cuanto más tiempo pasas con alguien presencialmente, en distintas situaciones y afrontando diferentes problemas, mejor le llegas a conocer. Pero a medida que las relaciones se van limitando más y más en cuanto al tipo de exposición que tenemos, conocemos menos y menos a la persona con la que nos relacionamos y es más probable que nos equivoquemos. Si tu relación está basada en hablar por internet, te pierdes de todas las señales no verbales de la comunicación presencial y hay mucho que no se muestra o que se puede reprimir con más facilidad. Esas apariencias pueden ser bastante distintas a como realmente somos. Y por otro lado, la gente se ha vuelto tan adicta a sus dispositivos que se distrae de lo que tiene delante. Esto ha cambiado las relaciones. La gente ya no se concentra en los demás. Nos preguntamos por qué las relaciones no son tan exitosas como antes, pero hay que pensar que algunas de ellas ya ni siquiera son verdaderas relaciones. Son unilaterales, o están mediadas por nuestros móviles y pantallas. Creo que los componentes de una relación no han cambiado, sino que el problema es que no se puede establecer una relación íntima a través de los dispositivos. Si experimentamos algún sentimiento de pasión, es más probable que sea por alguien que realmente no existe, una fantasía que nos armamos de la persona con la que estamos hablando cuando pensamos en ella y nos la imaginamos. Al no verla en persona, esa fantasía se alimenta.

—¿Cómo podríamos evitar estos problemas?

—Parece trivial, pero si estás con alguien, realmente tendrías que estar con él o ella, interactuar, preguntarle cómo está, escucharle, en lugar de estar mirando tu móvil cada dos minutos. La gente se ha vuelto muy distraída y si siempre estás distraído, eso dificulta el construir relaciones íntimas, porque nunca estás completamente ahí en el momento con alguien.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.