Marimer Pérez, ginecóloga: «Las mujeres tendríamos que llevar en el bolso un estuche con bragas y eliminar el salvaslip»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Marimer Pérez es ginecóloga y obstetra.
Marimer Pérez es ginecóloga y obstetra.

La doctora hace un repaso por las principales preocupaciones de las mujeres en relación a su campo: higiene, revisiones, anticonceptivos

29 abr 2023 . Actualizado a las 12:30 h.

Marimer Pérez González lleva más de 22 años dedicando su vida a sus dos pasiones: la ginecología y la obstetricia. Pero además, también es divulgadora. Sus vídeos, con un lenguaje fresco y atractivo, han logrado que acumule más de 174.000 seguidores en Instagram. Hablamos con ella de los miedos en la primera consulta ginecológica, métodos anticonceptivos, problemas de fertilidad y de todos los mitos que engloban a la menopausia. 

—¿Hemos dejado atrás los mitos alrededor de la consulta ginecológica?

—Deberíamos. Creo que hemos mejorado, por parte de todos los profesionales, en cuanto a visibilizar un trato más humano y cercano para que eso suceda. Para que las pacientes se vayan sintiendo cada vez más cómodas. Sigue habiendo mucho miedo en las consultas, aunque depende también de la edad de la paciente. Todavía las hay, sobre todo señoras mayores a las que no se les explicó en su momento, que siguen teniendo cierto reparo. Pero sí que, sobre todo la gente joven, tiene cada vez más conciencia de la importancia de venir a consulta. 

—¿Qué consejos soléis dar como profesionales a la hora de tener este miedo ?

—Más que consejos, creo que la clave es el trato cercano cuando te ven. De ahí también mi labor en redes, al igual que el de muchas compañeras, de intentar mostrar un aspecto más humano. Cada vez hay más profesionales en redes sociales y creo que lo hacemos un poco para acercar esa figura del médico. Al final no deja de ser nuestro trabajo. Podríamos decir que los profesionales estamos actualizados y que lo que queremos es ayudar. Esa idea de médico antiguo, o el hecho de ir al mismo médico que tu madre, todo eso ha pasado bastante a la historia. De hecho, muchas madres vienen a conocerme antes para ver si puedo ser el perfil de sus hijas, no tanto para una visita para ellas. 

—¿Cada cuánto debería ir una mujer a consulta ginecológica?

—Lo que nosotros aconsejamos es una vez al año. Tenemos claro que la seguridad social no va a poder prestar siempre esa cobertura y también es cierto que en determinadas etapas puede ser más espaciado y no pasa nada. Nuestra recomendación sería esa porque curiosamente en la ginecología se puede hacer una labor preventiva muy importante, empezando por todos los cánceres. Menos el de ovario, que por desgracia nos da el susto cuando aparece. El cáncer de cérvix tienen una detección precoz mediante la detección del virus del papiloma humano, el de la mama con controles rutinarios también se puede detectar... Cada vez hay casos más precoces y con mejor pronóstico. La idea de ir al ginecólogo cuando te pasa algo es errónea porque, como digo, podemos hacer mucha labor preventiva en situaciones en las que no hay ningún síntoma. No hay que esperar a que te pique, moleste o tengas dolor para que la revisión sea útil. No es una medicina que trata el síntoma porque, muchas veces, vamos antes de que algo suceda. 

—A la hora de elegir un anticonceptivo, ¿qué se debe de tener en cuenta?

—Un factor fundamental es la edad. Evidentemente, no es lo mismo una chica con 20 o 30 años, que otra de más edad. Pero también el tiempo durante el que lo quiere usar: si es un método más a largo plazo, uno más transitorio o si se trata del primer anticonceptivo. Podemos esparcirlos por edad.

Como un primer anticonceptivo, en una chica que no ha estado embarazada, podemos optar por métodos como la píldora, el parche o el anillo, que son métodos de chicas jóvenes porque de inicio no se han planteado ponerse un dispositivo intrauterino (DIU). Aquí hablaremos de otro melón: el DIU también se puede poner en mujeres que no han dado a luz. Pero sí que es cierto que si viene una chica joven a consulta normalmente no viene con la idea de ponerlo. Imaginemos, acaba de conocer a su pareja. Pues hay que explicarle qué método se debe emplear cuando la relación ya es estable para que no haya esos riesgos de enfermedades de transmisión sexual. Normalmente optan por píldoras de baja dosis, anillo vaginal o el parche. Estos anticonceptivos son los que llamamos combinados: con estrógenos y progesterona. Y por eso digo que dependen mucho de la edad, porque conforme vamos cumpliendo años, los estrógenos deberíamos intentar no prolongarlos en el tiempo. Este tipo de anticonceptivos no serían los adecuados en una mujer de 40.

Durante la lactancia, por ejemplo, no se pueden dar anticonceptivos que llevan estrógenos y nos debemos limitar a los que solo tienen progesterona. Que son, o lo que llaman minipíldora, el implante que se coloca en el brazo o el DIU, ya sea el hormonal o la versión no hormonada. Estos anticonceptivos suelen ser de mujeres que han tenido hijos, pero tampoco me gustaría que quedara solo esa idea porque cada vez hay más chicas jóvenes sin hijos o mujeres sin hijos como puedo ser yo, que optamos por utilizar un DIU porque no nos gustan los efectos secundarios que dan las pastillas.

—En los últimos años hay muchas opiniones contradictorias sobre estas pastillas anticonceptivas, ¿qué opina usted?

—Estamos en un momento en el que desgraciadamente se están demonizando muchas cosas, pero también por personal no sanitario. Me gusta hacer una medicina integrativa, pero no se puede demonizar. Las pastillas anticonceptivas tienen unas indicaciones claras que a muchas mujeres les salva la vida porque ayuda mucho con las reglas, no solo como anticonceptivo. 

Después hay muchos mitos, como los efectos secundarios. Evidentemente, si estos aparecen habrá que cambiar de método. Ahora mismo se está funcionando con dosis mínimas eficaces. El 80 o el 90 % de las chicas, si no más, están encantadas tomándolas. Ni les engordan ni les provocan grandes efectos secundarios. Con el tiempo puede que les baje la libido, que es algo que les preocupa, o les empieza a doler la cabeza, notan más sequedad… Ahí sí habría que cambiar de método, pero pasar a decir que son horribles o demonizarlas, pues tampoco. Pasa lo mismo en la menopausia con el tratamiento hormonal sustitutivo. No puede existir una corriente en la que se dice que todo lo hormonal es malo, porque ni es cierto, ni es la panacea. 

—Ha mencionado el síndrome del ovario poliquístico, una patología relativamente frecuente. ¿Es verdad que las chicas que lo padecen van a tener más dificultades para quedarse embarazadas?

—Depende del caso. El síndrome de ovario poliquístico (SOP) también es muy complejo. El 80 % de los SOP van ligados a un problema metabólico, es decir, realmente su origen es metabólico, una resistencia a la insulina. Hay que tratar el tema de base porque no es solo que la regla venga menos a menudo, es que además estas chicas tienen las hormonas masculinas elevadas, conllevando a que tengan más o menos vello en determinadas zonas, cierto grado de alopecia o pérdida de pelo. También les suele costar adelgazar y ganan peso con facilidad, porque hay un problema metabólico de base.

Dicho esto, el problema asociado a este síndrome con respecto a las reglas, es que tienen poca regla y las pocas que tienen, son ciclos muy largos. Pero el evento más importante para quedarse embarazada es la ovulación. Entonces, si trabajas en investigar cuál es el origen de este síndrome de ovario poliquístico y lo tratas desde la raíz —no coges y le das anticonceptivos porque de esta forma no podrás ver si ovula o no—, verás que muchas de esas chicas tienen ciclos largos, pero ovulatorios. Y por lo tanto, podrás quedar embarazada. El tema está en que se conciencien en que hay trabajo por hacer: dieta, ejercicio y vida saludable. Trabajar para recuperar la ovulación y que conozcan su ciclo.

 —¿Y quedarse embarazada cuando se tienen relaciones con la regla?

—Imposible no es. Aquí entra en juego la supervivencia del semen en el aparato reproductor femenino y el tema de los ciclos. Aquellas con ciclos muy cortos o con reglas muy largas, si tienes relaciones hacia el final de la regla y ovulas pronto, justo ese semen que está ahí puede fecundar el óvulo. Porque el esperma masculino puede durar hasta cinco días en el aparato genital femenino.

—No siempre es fácil lidiar con la frase: ¿Y los niños para cuándo?

—Esta frase es una aberración. Hemos llegado a un punto en el que un tema tan delicado para una mujer como ser madre se anda preguntando a la ligera. Hablar de la fertilidad de la mujer como un tema de «¿qué has comido hoy?» me parece una indiscreción. Se debería de tratar como lo que es: un tema íntimo. No podemos ir preguntando y opinando porque puede que estés frente a una mujer que lleva mucho tiempo buscándolo o que está en un tratamiento de reproducción asistida, o que lleva tres abortos. Es muy osado por parte de la sociedad estar continuamente metiéndose en eso. Y cuando tienes uno, «¿el segundo para cuándo?». Parece que la mujer solo puede tener hijos, que después del primero tiene que venir el segundo y que en la menopausia todo se reduce a síntomas como los sofocos. Damos a entender a la sociedad que esto es lo que nos tienen que preguntar y nos estamos haciendo un flaco favor entre nosotras. Raro es que pregunten: ¿Tú como mujer cómo te has sentido a nivel empresarial? Porque nos hemos asociado a tener hijos… Debemos respetar y nosotras las primeras, porque somos las que más solemos preguntar. 

—Habla de problemas de fertilidad, ¿qué cree que sucede hoy en día?

—Hay un claro problema social. Se tarda mucho y el factor edad es muy importante. Y luego creo que hay otro tema a tener en cuenta: cómo nos tomamos las cosas la sociedad en general, yo incluida, a nivel de estrés. Pretendemos hacer muchas cosas y no tenemos tiempo de nada, cuando la fertilidad y quedarse embarazada requiere tiempo. Creo que se juntan un poco las dos cosas. 

Si se proporcionara más ayuda, seguramente las mujeres no se plantarían a los 37 a tener el primer hijo con todo lo que ello conlleva. Las cifras no dejan de ser muy alarmantes o muy llamativas como para que todavía sea un tabú y no lo pongamos encima de la mesa. La reproducción asistida está al orden del día y a día de hoy, yo que vivo en Barcelona, tenemos clínicas de reproducción en cada esquina. Seguro que todas, si nos ponemos a analizar, tenemos una amiga que está pasando o que un futuro pasará por una técnica de reproducción asistida. 

—¿Qué grandes mitos existen sobre la menopausia?

—Más que mitos, hay grandes estigmas en la ginecología. La menopausia y todos los estigmas que conlleva son negativos. Tenemos que, de alguna manera, darle una vuelta a esto. No es una etapa fácil pero no puede ser que estemos nosotras mismas hablando, únicamente, de todas las incomodidades de la menopausia. Que las tiene, pero también hay mucho por hacer para mejorar. Porque lo que ocurre es que estamos asociando al hombre de 50 años con madurez, éxito laboral, tienen menos pelo y más barriguita, pero están atractivos. Por el contrario, hay un problema con la mujer. Tenemos que estar físicamente perfectas. Quizás estamos poniendo demasiado valor en el atractivo físico que, evidentemente, va a sufrir un deterioro al igual que lo sufre el hombre, pero que quizá nos olvidamos de poner el foco en otros aspectos más allá que también son importantes. Como por ejemplo, una mujer de 50 es más segura, laboralmente puede estar en su mejor momento… Creo que tenemos que quitar a la menopausia ese estigma de sofocos, insomnio, porque todo eso se puede mejorar. 

Además, las mujeres de 50 ahora no tenemos nada que ver con las mujeres de 50 de antes. En nuestro momento hay mucha mujer deportista, que le gusta cuidarse, mucha cultura de la alimentación y luego que a nivel médico hay muchas cosas que hacer. Como una suplementación o un tratamiento hormonal sustitutivo, que está injustamente demonizado y en muchos otros países, sobre todo los anglosajones, vuelve estar a la orden del día. Esto fue un artículo del 2002 que nos dejó muy tocados y volvemos de nuevo al problema de la hormonofobia. No digo que toda mujer en la menopausia se deba tratar sistemáticamente con él, pero hay un momento, que llamamos ventana de oportunidad, en el que se debe de aplicar. Que son, sobre todo, los cinco o seis primeros años de menopausia. Todas tenemos pánico a las cifras del cáncer de mama asociadas a la terapia hormonal sustitutiva pero poco hablamos del tabaco, el sedentarismo o la obesidad que están mucho más asociados al cáncer de mama que al propio tratamiento hormonal sustitutivo a las dosis actuales. Se tendrá que decir. 

 —¿Qué consejos daría sobre higiene íntima?

—Lo más importante es que asociamos la higiene, el oler bien, con buena salud femenina. Cuando realmente, tenemos que saber que la vagina tiene su propia forma de regularse o limpiarse. No hace falta hacer lavados vaginales. Realmente una buena higiene pasa por intentar no utilizar un salvaslip diario. Lo más adecuado sería llevar braguitas de un buen material, tipo algodón, que transpiren bien, y es mucho mejor cambiar más habitualmente de braguitas que utilizar un salvaslip. Porque muchas chicas jóvenes me dicen: «Ai, es que me noto mojada, que horror» y se ponen el salvaslip. El notarse mojada es totalmente fisiológico porque eres muy jovencita. Como digo, con los bolsazos que llevamos todas, llevar un estuche con bragas y eliminar el salvaslip.

También suprimir la idea de que la vagina debe de estar limpia y nos la tenemos que lavar. Los lavados vaginales deberían estar indicados únicamente para casos muy concretos. Utilizar un gel específico para la zona íntima o lavarse solo con agua. Según qué etapa vital, las chicas jóvenes que hacen mucho deporte y van muy sudadas pueden optar por este tipo de jabones, por ejemplo. O las mujeres con menopausia. Pero salvo estos casos, a veces solo con agua es suficiente. Eso sí: mejor no comprarlo en el supermercado y preguntar al médico, en farmacia hay muy buenos productos. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.