Karina Cuiñas, cirujana colorrectal: «La falta de fibra y el sedentarismo son las causas más frecuentes de estreñimiento»
VIDA SALUDABLE
La experta lamenta que los pacientes no consulten el estreñimiento como causa principal, sino que lo hagan por sus consecuencias «cuando ya lleva muchos años y el problema se vuelve insostenible»
25 nov 2023 . Actualizado a las 15:52 h.Se estima que el 20 % de la población española tiene estreñimiento. Es más común en la ciudad que en el campo, y el doble de frecuente en mujeres que en hombres. No hay muchos estudios que lo analicen. «La Organización Mundial de la Salud no hace un informe mundial sobre el estreñimiento. Tampoco se menciona en las instituciones sanitarias o en la calle. Hay un silencio absoluto», detalla Karina Cuiñas, cirujana colorrectal y del suelo pélvico. Desde luego, no puede deberse al número de personas afectadas, «ya que es más común que la diabetes», o a la lista de problemas asociados. Lo más probable es que el silencio se deba la vergüenza.
«A una de cada cinco personas le da reparo hablar con su médico», señala la experta. Por el contrario, optan por buscar soluciones por su cuenta con el posible empeoramiento de los síntomas. Precisamente, el desconocimiento y la falta de información hizo que la doctora Cuiñas se animase a escribir un libro sobre la salud intestinal, Tripas en acción, editado por Vergara.
—Unos 800 millones de personas están estreñidas en el mundo, ¿qué significa estarlo y qué no?
—Si le preguntas a diez personas te van a dar diez respuestas diferentes. La mayoría piensa que es tener las heces muy duras. En la literatura científica, hay muchos criterios diagnósticos para hacer estudios, los cuales son muy útiles, pero realmente como yo defino el estreñimiento en la consulta y para mis pacientes es como la satisfacción defecatoria. Es decir, si estás satisfecho con tu defecación significa que no tienes ningún problema y no hace falta un tratamiento; pero si estás insatisfecho, necesitas buscar ayuda. En cuanto a criterios diagnósticos, tenemos la frecuencia defecatoria, la consistencia de las heces, o cuánto tiempo tiene que estar la persona en el baño, pero no se tienen en cuenta otros factores como el dolor o no ser capaces de expulsar todas las heces. Por eso, para mí y desde un punto de vista clínico, estas variables no son tan útiles.
—De hecho, dice lo siguiente: «Si no sientes que cagar es un acto placentero, busca ayuda». ¿Es un mensaje que podamos dar a la población?
—Exacto. Lo ideal sería que fuese un placer como lo es el comer, que fuese una rutina más. Que fuese algo como cepillarse los dientes y que no centrase todo el día de una persona, porque las funciones corporales que hacemos normalmente y que no tienen ningún problema pasan desapercibidas en nuestra vida, como el comer, la digestión o el filtrado de la orina. Son funciones de las que nos olvidamos. En cambio, la gente sí está pendiente de su defecación, especialmente si tiene problemas que, aunque no cumplan los criterios de diagnóstico de estreñimiento, condicionan su día a día.
—¿Es tan normal defecar dos veces al día como dos veces a la semana?
—El concepto de normalidad en cuanto a la frecuencia defecatoria viene por un estudio que se hizo en Suecia y se usa como estándar. Encontró que lo normal está entre tres veces al día y tres veces a la semana. Pero en ese estudio se vio que lo más frecuente era que la gente tuviese que hacer esfuerzo y sintiese dolor con la defecación, con lo que lo normal no es lo ideal. Importa poco la frecuencia defecatoria, lo más relevante es que en la defecación no tengamos esfuerzo, no tengamos dolor o sangrado. No es relevante si vas una vez a la semana, siempre y cuando la defecación sea satisfactoria, sea exitosa y la persona se encuentre a gusto después. Hay gente que intenta forzarse yendo todos los días al baño a costa de hacer mucha fuerza, estar mucho tiempo y empujar muchísimo. Al final eso causa más daño a nivel de suelo pélvico, y todas las consecuencias posteriores al estreñimiento, como las fisuras anales, hemorroides, prolapso o incontinencia. Entonces, mejor no obsesionarse con la frecuencia, sino con la satisfacción y que el acto en sí sea lo más placentero o indiferente posible.
La Fundación Española del Aparato Digestivo (FEAD) señala que se considera estreñimiento cuando existen menos de tres deposiciones semanales, con heces duras, escasas y secas. Además, se asocia a una falta de deseo o necesidad de defecar. Regla que se aplica para ambos sexos.
—¿Es habitual que la gente caiga en el autotratamiento?
—Sí. De hecho, la gente no suele consultar el estreñimiento de entrada, sino que lo consulta por las consecuencias que tiene, cuando ya lleva muchos años y el problema se vuelve insostenible. Al principio no se suele pedir ayuda porque al ser un tema con muchos tabúes les da vergüenza, reparo. Hay muchos silencios con respecto a la defecación, así que acuden a lo primero que tienen a mano, ya sea la farmacia, un amigo de confianza o internet. En la red, ahora mismo hay mucha pseudociencia, muchos falsos gurús que promocionan terapias que, lejos de ser efectivas, pueden ser peligrosas. Precisamente, hay estadísticas que dicen que una de cada cinco personas no es capaz de consultar con su médico.
—¿Puede empeorar los síntomas?
—Depende de la causa del estreñimiento. Por ejemplo, de nada sirve tomar un laxante si no hablamos de un estreñimiento de tránsito lento. Se intenta poner parches sin llegar al origen del problema. Con lo cual, se retrasa muchísimo el diagnóstico y es probable que se empeore el tratamiento. Todo esto a consecuencia de tener unos síntomas que no van a mejorar. Por ejemplo, si alguien tiene un problema de defecación obstructiva, en la que no puede defecar porque su suelo pélvico no se abre de la forma más efectiva, si se toma muchos laxantes, conseguirá que sus heces sean muy líquidas y blandas, con lo que podrá tener más riesgo de incontinencia fecal. Es decir, no se está atacando al origen y, por eso, yo hago hincapié en que no todos los estreñimientos son iguales.
—¿Cuáles son las causas más frecuentes?
—Las más frecuentes son las causas secundarias al estilo de vida. Es decir, la falta de fibra en la dieta y el sedentarismo. Pero es verdad que hay muchos tipos de estreñimiento secundarios a medicación que, por ejemplo, se toma muy frecuentemente como son los analgésicos derivados del opio. También puede deberse a tratamientos quirúrgicos, ingresos hospitalarios o ciertos tipos de cirugía; o a otras medicaciones. Incluso, aunque es menos frecuente, a enfermedades como el párkinson o hipotiroidismo. El estrés puede estar detrás. Después, tenemos estreñimientos que son primarios y se deben a una causa interna y no externa. Puede darse a nivel de colon, con el estreñimiento de tránsito lento en el que nuestras tripas y colon funcionan más lento de lo habitual; y está el estreñimiento a nivel de suelo pélvico, conocido como defecación obstructiva. Esta puede deberse a la propia función o a una causa anatómica.
—¿Con qué problemas se relaciona a medio y largo plazo?
—El estreñimiento puede derivar en frecuentes enfermedades anorrectales, como las hemorroides, fisuras anales y prolapso rectal o de órganos pélvicos. Y a largo plazo, está relacionado con la incontinencia fecal. En cuanto a síntomas, el estreñimiento se relaciona con todo el tema de hinchazón abdominal o gases. Mucha gente se queja de los gases, y hay mucho hincapié en explicarlos mediante intolerancias o sobrecrecimiento bacteriano. Sin embargo, hay mucha gente que tiene muchos gases porque no los expulsa bien. Entonces, eso es algo que habría que tratar o ver si existe mucho antes de concentrarnos en hacer modificaciones en la dieta muy estrictas para descartar intolerancias. Una de las causas de sensación de gases o distensión abdominal es la falta de expulsión, y eso tiene mucho que ver con el estreñimiento y con el suelo pélvico también.
—Hemos hablado de los problemas, ¿podría darme soluciones?
—Lo esencial son los hábitos de vida saludables que, en general, podrían ser adoptados por todos. Son conductas que benefician la defecación sin importar el problema principal. El primero es el de aumentar el consumo de fibra en la dieta, que no solo nos ayuda para el estreñimiento, sino para muchos otros problemas de salud y la prevención de enfermedades, entre ellas, el cáncer colorrectal. Eso sí, este aumento tiene que ser progresivo para evitar que produzca muchísima distensión abdominal y gases. También habría que mejorar los niveles de actividad física. Cuanto más se mueve la persona, más se mueve su colon. Así que es muy beneficioso para el tema que nos atañe.
—En el libro destaca la importancia de dormir y los ritmos circadianos. ¿Qué relación hay entre estos dos factores y el estreñimiento?
—Efectivamente, hay que mejorar las rutinas. Al colon y al tubo digestivo les gusta la predictibilidad, les gusta que las cosas ocurran con cierto ritmo y en ciertas horas para así poder ajustar todas las funciones del tubo digestivo, tanto de la digestión, como la secreción de enzimas como la defecación. Así que tener una rutina un poco estable, más o menos, poder hacer lo mismo a las mismas horas del día ayuda a nuestro colon a moverse siguiendo un cierto ritmo. Y luego, como dices, es importante dormir. El descanso nocturno es muy relevante para la relajación y los ritmos circadianos. De hecho, la gente que trabaja a turnos suele estar más estreñida porque sus ritmos son más variables.
—El estrés también puede inhibir la función defecatoria.
—Así es. La gestión del estrés es igual de relevante, porque este hace que se disparen los sistemas de alarma y, cuando esto sucede, el organismo pone en pausa las funciones que no contribuyen a la supervivencia, entre ellas la digestión o la defecación. Con lo cual, se necesita un ambiente de relajación para que el cuerpo pueda digerir y defecar mejor. La activación del sistema parasimpático y del nervio vago son esenciales. Y por último, la respiración, que está relacionada con el estreñimiento. No solo porque una respiración pausada le comunica al cuerpo que la persona está en calma, sino porque el diafragma se mueve y esto contribuye a la expulsión de las heces.
—Explica que un adulto debería copiar la posición para defecar y la falta de vergüenza de los niños.
—La forma de sentarse para ir al baño es importante. Se debería adoptar la que teníamos antes del desarrollo de los inodoros modernos, que es una posición más parecida a las cuclillas. En esa posición se relaja mejor el suelo pélvico y es mucho más facil y efectiva la defecación.
—¿De dónde cree que sale el enorme tabú que hay respecto a este tema?
—Como sociedad estamos perpetuando que nuestros hijos sigan estos tabúes. Muchas veces, cuando los niños hablan de sus funciones corporales, del caca, culo, pedo, pis, se les llama la atención y se les dice que no lo hagan. En niñas, aún más, porque entre varones se habla más, aunque se haga entre bromas y esto tampoco sea recomendable. Entre mujeres está la idea de ser más recatadas, puras y limpias y hablar abiertamente sobre cagar queda mal en una entrevista. Por eso pienso que podríamos hacer un análisis de lo que hacemos, de si nos reímos del compañero cuando hace caca en el trabajo, o de si les decimos a nuestros hijos que fuera de casa no se va al baño. Precisamente, una de las intenciones del libro era visibilizar todo esto.
—¿Cómo se produce la necesidad defecatoria?
—Es un tema complicado. De hecho, los niños adquieren antes la capacidad de hablar y la de caminar que la continencia fecal, porque es un acto bastante complejo. Voy a saltarme el tema de la digestión para no extenderme demasiado. Una vez las heces llegan al colon y son propulsadas, alcanza una parte de este, el sigma, que es una especie de sala de espera para las heces. En uno de los movimientos de peristalsis del colon, esas heces bajan al recto y ahí es cuando se activa la señal hacia el cerebro que, a su vez, es el que permite o no la defecación. Si está en un ambiente en el que es posible porque cuenta con un baño accesible, ya adoptamos la posición defecatoria y nuestro cerebro le da la señal a nuestro suelo pélvico para que se relaje y expulse las heces. En este sentido, la sensibilidad del recto, al igual que la mucosa, son fundamentales para mandar esa señal al cerebro y saber qué tipo de consistencia tiene, si es necesario ir a un baño o solo es gas y lo podemos expulsar. Pero al final, la última palabra la tiene el cerebro.
—Retrasar el momento de defecación también puede ser el origen del problema.
—Así es. Dejar pasar el momento, hacer caso omiso a la señal, es una de las causas más frecuentes del estreñimiento, y es algo que confiesan muchos pacientes en la consulta. El simple hecho de diferir este momento, porque socialmente no sea aceptable, porque esté ocupado o porque no esté en su baño, puede ser suficiente para que el recto se vuelva más insensible a las heces que están dentro y la persona se vuelva más estreñida.
—¿Qué información puede extraer de las heces?
—Yo destacaría la consistencia. Cuanto más líquidas sean las heces, menos tiempos pasan en el colon; y cuando más duras, más tiempo. Ahora hay muchos gurús intentando leer tu salud por el tipo de heces, y lo cierto es que son muy variables. Más allá de un sangrado, que siempre será motivo de consulta, la consistencia de las heces es un reflejo del tránsito intestinal y de la velocidad a la que se mueve. Por el contrario, que cambie un poco el color dentro de los tonos marrones, o que se vean alimentos que, por su alto contenido en fibra, no se pudieron digerir, es algo totalmente normal. La Escala de Bristol es una buena forma de monitorizar cómo vamos yendo, pero hay que tener en cuenta que no todos los días son iguales.