Tu dentista odia que hagas esto: los diez errores que cometemos a la hora de lavarnos los dientes

Cinthya Martínez Lorenzo
CINTHYA MARTÍNEZ LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

Los expertos recomiendan utilizar un cepillo suave o eléctrico.
Los expertos recomiendan utilizar un cepillo suave o eléctrico. iStock

El más frecuente es pensar que con el cepillado ya es suficiente; pero hay muchos otros, como no esperar un tiempo prudencial entre comida y lavado, olvidarse de la lengua o dedicarle menos de dos minutos

18 dic 2023 . Actualizado a las 19:53 h.

Lo hacemos todos los días y mínimo, dos veces. Es de vital importancia porque implica cuidar no solo nuestra boca, también nuestra salud general. Sin embargo, pese a lo instaurado que tenemos el hábito, lo raro es hacerlo bien. Cumplimos algunos de los pasos, pero son pocos los que lo hacen digno de matrícula. El problema, confirman los expertos, es que no llegar a la excelencia puede derivar en enfermedades que van más allá de la cavidad bucal: afectan a la salud en general. Por eso, repasamos con Olalla Argibay, miembro de la Sociedad Española de Periodoncia (Sepa), todos los errores que solemos cometer. 

1. Dedicarle menos de dos minutos al cepillado y hacerlo de una forma muy brusca

Puede parecer muy poco tiempo, pero en palabras de la odontóloga, es uno de los principales errores. «Vivimos acelerados y, a la hora de lavarnos la boca, también», sentencia. Si tenemos en cuenta que tenemos 32 piezas dentales y que hay que arrastrar la placa de todas las superficies dentarias, ese tiempo, es necesario. «Recomendamos utilizar algún tipo de cronómetro o una aplicación de móvil que controle el tiempo que nos estamos lavando los dientes, porque suele ser insuficiente», comenta. 

Además, tendemos a hacerlo de una forma brusca. «Al hacerlo rápido, la tendencia es que si froto más fuerte, ya sale todo», señala Argibay. Si bien es otra de las equivocaciones más frecuentes ya que este puede dañar nuestros dientes y encías, provocando incluso llagas y heridas. 

2. Usar un cepillo de cerdas duras 

Si a esta fuerza excesiva durante el lavado se le añade que lo realizamos con un cepillo duro, el resultado puede ser incluso más dañino para nuestros dientes y encías. «Es como una combinación de todo: como tenemos prisa, queremos hacer todo en menos tiempo y con más fuerza», considera la odontóloga. 

¿Qué cepillo deberíamos utilizar? «Lo principal es que nos aconseje un profesional del ámbito sanitario. No solo hablo de dentistas, también de higienistas o personal de clínica que te pueda asesorar según tus necesidades, ya que cada boca es diferente. No existe uno que sea homogéneo y bueno para todos», responde la especialista. Con todo, asegura que, por norma general, sí se recomienda que este no sea «extrafuerte» o de cerdas duras: «Tampoco debe ser ultra suave o quirúrgico, que sí son necesarios cuando se llevan a cabo ciertos procedimientos, pero sí que sea suave». Un cepillo de estas características elimina menos placa, por eso es necesario una técnica adecuada y dedicarle más tiempo al cepillado. 

Además, Argibay afirma que a la hora de comprarlo, lo ideal es hacerlo en una farmacia. «Porque pasan un control más riguroso y sabemos que la forma de los filamentos que forman el cepillo no van a dañar el esmalte». Y añade que los cepillos de bambú, que se encuentran en auge a día de hoy, «no tenemos datos de que pasen los controles adecuados». 

3. Utilizar un cepillo en mal estado

La odontóloga recalca que el cepillo debe cambiarse cada tres o cuatro meses. «Mucha gente dice: 'Pero si está nuevo'. Pues si lo está, es que lo usas lo suficiente. Haciendo un cepillado mínimo dos veces al día durante dos minutos, ese cepillo en tres meses ya hay que cambiarlo. Las cerdas empiezan a tener una forma ondulada y ya no están rectas». 

En algunos casos, el propio cepillo también cuenta con «indicadores» que nos dan la señal de alarma: «La mayoría suelen tener unas cerdas de color y otras que son blancas. Las primeras, con el tiempo, empiezan a perder el color intenso que tienen. Eso indica que ya es hora de cambiarlo». 

4. Usar cepillos con cabezales grandes

No existe evidencia de que el diseño del cepillo influya de manera significativa en el resultado, pero los que tienen el cabezal pequeño sí facilitan el acceso a zonas de la boca de difícil acceso. También son útiles para cepillar la cara interna de molares inferiores (o muelas del juicio), que pueden llegar a provocar náuseas durante el cepillado. 

A raíz de esto, Argibay comenta que los cepillos eléctricos son una buena opción. «Los hay de diferentes tamaños, pero el cabezal suele ser pequeño y llega a muchos más sitios que uno convencional. A los odontólogos nos gustan mucho por diferentes motivos. Uno, que hacen dos tipos de movimientos: giran y barren. Hacen un movimiento rotacional que funciona muy bien a la hora de eliminar placa. Además, tienen control de presión. ¿Qué nos aporta? Limpia bien, en menos tiempo, y asimismo, no te deja hacer una fuerza excesiva. Por lo tanto, no estás desgastando ni haciendo abrasiones ni sobre la encía, ni sobre la superficie del diente. No tienes que estar pendiente de la técnica que empleas para cepillarte».  

Por otro lado, hay que decir que tanto unos como otros, no hacen una limpieza de boca completa. Es decir, el cepillado debe limpiar la zona de dentro y de fuera, pero el espacio entre los dientes, el interdental, estos cepillos, tanto el eléctrico como manual, no llegan a limpiarlo. Debemos complementarlo con cepillos interdentales o con seda. 

5. No comprobar con la lengua que nos hemos cepillado correctamente

Al utilizar cepillos suaves que no dañen nuestras encías y dientes es necesario dedicarle más tiempo al cepillado y, si es necesario, repetirlo. ¿Cómo saberlo? De una forma muy sencilla: «Tenemos que notar que, cuando terminemos de cepillarnos, no solo se trata de sentir la boca fresca, porque si empleamos mucha pasta puede darnos esta sensación, sino que cuando deslicemos la lengua sobre la superficie del diente, este debe quedar suave. Si está rugosa, hay que volver a insistir». 

6. No limpiar la lengua 

«Se debe de tener en cuenta que la lengua tiene papilas, microvellosidades, y ahí se acumulan un montón de bacterias. Son el caldo de cultivo perfecto, por eso es bueno cepillarla cada vez que nos lavemos los dientes», expresa Argibay. «Las bacterias tienen ahí alimento y están a cubierto, tienen unas condiciones estupendas para crecer», añade. 

Para llevar a cabo esta limpieza de la lengua se puede utilizar el propio cepillo o un raspador lingual. Convertirlo en un hábito evita el mal aliento y la reabsorción de toxinas por el cuerpo, reforzando el sistema inmunológico. 

7. Mojar la pasta de dientes previamente o echar demasiada

Aunque existen diferentes tipos de pasta en el mercado y un porcentaje pequeño de ellas sí requieren mojarlas antes de llevarlas a la boca porque cuentan con gránulos de gran tamaño, en la gran mayoría de los casos no es necesario. Se deben de utilizar en seco. 

Asimismo, tendemos a utilizar más cantidad de la necesaria. «Estas llevan detergente e inevitablemente, van a hacer espuma en la boca. Eso da la sensación de que te has limpiado la boca rápidamente, pero no es cierto. Da sensación de frescor por sus ingredientes, pero no has cumplido el tiempo necesario para llevar a cabo el barrido. Una falsa sensación de limpieza», explica la odontóloga.

En realidad, la profesional remarca que podríamos llevar a cabo ese «barrido mecánico» sin pasta. «Aunque esta nos aporta flúor u otro tipo de componentes que nos ayudan en la higiene y por eso debemos emplearla, tampoco debemos llenar el cepillo de crema ni humedecerla». 

8. No utilizar seda dental 

«Nadie la utiliza», sentencia la dentista. «Y la gente no lo hace porque no es consciente de que el 40 % de la superficie del diente se queda sin limpiar; que es mucho. Es un complemento muy bueno y previene tanto la formación de caries como posibles inflamaciones de encías o periodontitis. Debemos pensar que la limpieza, la higiene, debe ser completa: cepillado, cepillos interdentales o seda, cepillar lengua o mucosas y, en algunos casos, podemos incorporar antisépticos o colutorios», amplía. 

Si el espacio entre dientes no es el mínimo, lo recomendado son los cepillos interdentales. «En eses casos, el hilo se queda pequeño por lo que necesitamos un dispositivo más grande para ese tipo de zonas». 

9. Pensar que el colutorio es un sustituto de la seda dental 

Tal como indica la profesional, no son sustitutos, sino complementarios: «El colutorio nos aporta un control químico de la placa. Cuando estamos cepillando los dientes, lo que hacemos es eliminar la placa bacteriana que se acumula sobre la superficie del diente. Le añadimos la pasta de dientes para matar esas bacterias. ¿Qué nos aporta el colutorio? En esas zonas de difícil acceso, como aquellas personas que llevan prótesis u otro tipo de dispositivos en la boca, ayuda. Al igual que también mata esas bacterias que tenemos en la boca». 

Como existen diferentes tipos, lo ideal es pedir consejo profesional. «De forma general siempre podemos recomendar uno que tenga contenido en flúor y nos ayude a la remineralización de la superficie de los dientes. Pero no es imprescindible si hacemos bien el barrido mecánico. Y mucho menos, no sustituye al cepillado». 

10. No esperar lo suficiente para lavar los dientes

Se recomienda esperar unos minutos desde la ingesta de los alimentos para realizar el cepillado. La explicación recae en el pH de nuestra boca: es neutro (de 7), pero al ingerir alimentos se produce una alteración del mismo porque aumenta la acidez Esta reblandece el esmalte natural y hasta que la saliva lo neutraliza pasan cerca de 20 a 30 minutos, sobre todo si se trata de alimentos azucarados. Por eso, si nos lavamos la boca muy rápido, repartimos el ácido por toda la boca y lo frotamos contra los dientes, perjudicando el esmalte. 

Con todo, es importante tener en cuenta que cada 8 horas aparece la placa dental, es decir, las bacterias que producen caries y demás enfermedades, por lo que independientemente de la ingesta de alimentos, es recomendable cepillarse los dientes cada 8 horas.

Un fallo que no tiene que ver con lavarnos los dientes, pero que también es frecuente: no ir lo suficiente al dentista 

«Es otro de los grandes fallos, sin duda, no ir lo suficiente al dentista», confirma la odontóloga. Lo recomendado es, como mínimo, una vez al año. «Para nosotros también es más fácil decir que todo está bien cuando es una revisión rutinaria. Hay que pensar que si tenemos un problema de caries o encías, cuanto antes lo tratemos, el tratamiento va a ser más sencillo, menos costoso y más eficaz. De lo que se trata es de prevenir. En todos los ámbitos de la salud. A día de hoy sabemos que el cuidado general empieza por cuidar bien nuestra boca», amplía. 

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.