¿Es mejor la dieta mediterránea que la atlántica?: «La crítica que nos suelen hacer a los del norte es que comemos mucha grasa animal y lácteos»

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

El pescado es uno de los productos estrella de la dieta atlántica gallega, con menos presencia en la mediterránea.
El pescado es uno de los productos estrella de la dieta atlántica gallega, con menos presencia en la mediterránea. ALBERTO LÓPEZ

Uno de los focos de disputa por sus múltiples propiedades, el aceite de oliva virgen extra, es más consumido por los españoles del norte que los del sur

14 jun 2024 . Actualizado a las 14:26 h.

Tortilla con o sin cebolla, la paella con marisco, ¿podemos siquiera llamarla paella? Dos de los eternos debates culinarios que enfrentan a los españoles. Podría decirse que con las dietas, sucede lo mismo. Nuestro país se ha dividido, fundamentalmente, en la ingesta de dos: la atlántica y la mediterránea. Más que un patrón de alimentación, engloban cultura y estilo de la vida. Además, aunque sobre la segunda no existe ningún atisbo de duda sobre los múltiples beneficios que tiene para nuestra salud, parece que la norteña empieza a pisarle los talones. Tanto es así, que los propios médicos de atención primaria que se reúnen estos días en el 30 Congreso Nacional de Medicina General y de Familia, que se celebra en A Coruña, tratarán el tema en una mesa que se llama, precisamente, Dieta Atlántica vs. Dieta Mediterránea. En el ámbito de la nutrición, una final de la Champions League entre el Madrid y el Barcelona. 

Símiles aparte, la médico de familia y responsable del Grupo Endocrino-Metabólica y Nutrición de la Sociedad Española de Médicos Generales (SEMG), Guadalupe Blay, señala que «las dos dietas, tanto la mediterránea como la atlántica, son muy similares; la mayor diferencia se da en el consumo de pescado y carne, y en el aceite de oliva virgen extra (AOVE). Asimismo, en la del norte desde hace años se ha incrementado el consumo de algas, que tienen muchas propiedades si no existen patologías que las contraindiquen». La moderadora de la mesa defiende que «las dos están equilibradas», pero que a nivel nacional, «se sigue prescribiendo la dieta mediterránea».  

Las claves de la dieta mediterránea

Para entender en qué consiste la dieta mediterránea debemos hablar de varias claves. Un consumo elevado de frutas y verduras, legumbres, al igual que una ingesta de cereales que, preferiblemente, deben ser integrales. El consumo de carne tiene que ser moderado y preferiblemente blanca —antes que la roja o procesada—, y pescado. «Por ejemplo, al lomo de cerdo se le llama el olivo con patas por el tipo de grasas saludables que tiene. En el caso de la ternera u otro tipo de carnes rojas, se deben tomar dos o tres días máximo a la semana, porque contienen muchas grasas saturadas».

Como no, hay que incluir en este patrón a la estrella de la corona: el aceite de oliva virgen extra (AOVE). «Contiene ácido oleico, un aceite monoinsaturado que tiene unas propiedades que disminuyen el riesgo cardiovascular. También tiene vitaminas. El estudio CardioPrev, que se realizó hace unos años, se demostró que su consumo reducía la incidencia de accidentes cardiovasculares: menos infartos, ictus y, sobre todo, muertes», señala Blay. 

La doctora de atención primaria añadiría otros componentes importantes de la dieta mediterránea: los huevos, los lácteos y los frutos secos. «Un puñado de estos últimos al día nos van aportar nutrientes muy esenciales, no hay que tener miedo a consumirlos».  

La dieta atlántica 

«La dieta atlántica es una forma de comer y vivir de la población que se encuentra en la vertiente atlántica de Europa. Un área bastante grande que va desde punta Sagres en Portugal al cabo norte de Noruega. Reúne una serie de características comunes como la climatología o la proximidad al mar, que permite que existan determinados productos que son de consumo habitual», avanza Federico Mallo, catedrático de Fisiología y Endocrinología y director del laboratorio de endocrinología del Centro de Investigaciones Biomédicas de la Universidad de Vigo. Si bien precisa que, «en nuestro caso procuro hablar de dieta atlántica gallega porque precisamente es la que está mejor definida desde una perspectiva tanto histórica como cultural». 

Mallo asegura que, al igual que ocurre con la mediterránea, la dieta atlántica está en proceso de definición. «Conjugar las nuevas formas de comer. No es lo mismo el patrón de alimentación de hace cien años a hoy en día, que tenemos una cultura culinaria mucho más universal donde los productos de todo el mundo se mezclan». 

En cualquier caso, el catedrático explica que existe un catálogo de dieta atlántica gallega. «Se incluyen una serie de productos muy característicos como el pescado. También tenemos vegetales muy específicos, como las verduras del grupo de las brásicas donde se encuentran las coles, berzas, repollo, etcétera. Junto con un perfil de carbohidratos diferenciado cuyo epicentro es la patata, cuando en la dieta mediterránea se apuesta más por las pastas y los arroces. Al igual que el vacuno. Una serie de alimentos muy característicos de Galicia, pudiendo ampliar a la zona de Asturias o el norte de Portugal». 

Se añadiría «el aceite de oliva virgen extra como grasa fundamental culinaria, exactamente igual que la dieta mediterránea» y los lácteos, «que probablemente sean los mejores del mundo por su alta calidad y características nutricionales». En cuanto a alimentos que quizás no se consuman con tanta frecuencia como en la dieta mediterránea, se encuentra la fruta. «Aquí sí que es estacional, de temporada. Hay de hueso, sobre todo ahora en verano, como ciruelas, cerezas y melocotones. Durante el resto del año, cítricos. En otoño, manzanas y peras. Tenemos y se consumen, pero quizás no en tanta proporción como en otros lugares», indica el catedrático. 

¿Se consume menos aceite de oliva en la dieta atlántica?

«Aunque lo utilizan, en la dieta atlántica no hay tanta presencia del aceite de oliva», asegura Bray. Una afirmación con la que no concuerda Mallo: «La comunidad autónoma donde más se consume por persona y año es en Galicia, en torno a unos doce litros al año. Lo reflejan las últimas estadísticas del INE, que son del 2020. Le siguen otras zonas del norte, como Asturias. En cambio, las productoras como Andalucía y Extremadura, están bastante alejadas porque se ingieren de seis a ocho litros al año. Unos datos que están muy entroncados con las características culinarias». 

El catedrático hace un repaso por la historia para entender lo que se esconde detrás de esas cifras. «El aceite de oliva entró en la Península al mismo tiempo en Andalucía y en Galicia. Siempre fuimos una zona productora y contamos con tres variedades autóctonas de extraordinaria calidad». Sí hubo una coyuntura histórica muy particular, la guerra de sucesión castellana que marcó el camino a seguir en años posteriores: «Hubo un conflicto entre Isabel la Católica y Juana la Bentraneja (hija del difunto monarca Enrique IV de Castilla y heredera legítima al trono). Toda la nobleza gallega se puedo de lado de Juana, pero ganó Isabel. Y lo primero que hizo para castigar a los nobles de Galicia fue cortar todos los olivos que había. Se arrancaron prácticamente el 90 %». 

No fue el único evento histórico que influyó en nuestra relación actual con el aceite de oliva. «Luego vino el reinado de Felipe IV que tenía un gobernante, el conde-duque de Olivares, que tenía grandísimas extensiones de olivos en el sur. Como los aceites del norte, incluyendo no solo los de Galicia, sino los de Asturias y otras localizaciones, competían con los suyos, le puso unos aranceles tan grandes que se dejó de cultivar finalmente el olivo en nuestra comunidad. Pero en los últimos diez años se ha multiplicado por tres la extensión de cultivo de olivo. Aceites propios con características muy especiales y además, de alta calidad», amplía Mallo. 

Así, el aceite de oliva se le echa a los alimentos cocidos, horneados y guisados, tan habituales en la dieta atlántica. «No recurrimos tanto a las frituras como en otras localizaciones de España y dentro de la dieta es muy importante la forma de preparar el alimento», asegura el catedrático. 

¿Cuál es mejor?

Tanto una como otra forman parte de las dietas del paralelo 40, una zona geográfica que incluye la parte atlántica de España, toda la zona mediterránea, la del mar Egeo y Caspio, extendiéndose por Asia. «Se caracteriza por la temporalidad de sus productos, que rotan a lo largo del año; tanto vegetales como animales, porque la mayoría tiene acceso a pescado», comenta el catedrático. 

En respuesta a la pregunta, considera que «depende de cómo utilice cada uno el patrón de la dieta». Aunque matiza: «En cualquier caso, sabemos que la dieta atlántica gallega tiene posibilidades de mejorar la salud de los sujetos. Una de las evidencias es que en esta zona de Galicia y el norte de España, la expectativa de vida es mucho más alta que cualquier otro lugar de Europa y del mundo. Van a existir muchos factores que intervengan en esto, pero sin duda uno de ellos es la dieta, lo que comemos», añade. 

De esta forma, dentro de la dieta mediterránea se puede comer más o menos bien o mal, porque hay productos que si uno los come con determinada frecuencia, va a repercutir negativamente a su salud. Al igual que sucede con la dieta atlántica. «Es la crítica que nos suelen hacer siempre a los del norte, que contamos con mucha grasa animallácteos. Es cierto, pero eso no hay que comerlo todos los días», considera el catedrático. Según él, la variedad y el origen diferencial de los alimentos puede generar un perfil lipídico óptimo: «Podemos comer alimentos que tengan un perfil de grasa óptimo para cada uno de nosotros. En la dieta mediterránea esto no es tan fácil, es más rica en carbohidratos de rápida asimilación. La pasta y el arroz tienen el índice glucémico mucho más elevado que la patata cocida. Dependiendo cómo se quiera enfocar o no el tema y el objetivo que se busque, una puede ser más interesante que otra en determinadas personas».

Sin embargo, Blay confirma que a nivel de medicina de atención primaria, se sigue prescribiendo el patrón de dieta mediterránea a nivel nacional. «Pero lo que sucede con la dieta atlántica es que no hay tantos estudios y por lo tanto, menos evidencia científica», confirma. La investigación que sigue en curso sobre ambas determinará (o no) si realmente existe una mejor que otra.   

Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo
Cinthya Martínez Lorenzo

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.

De Noia, A Coruña (1997). Graduada en Periodismo por la Universidad de Santiago de Compostela, me especialicé en nuevas narrativas en el MPXA. Después de trabajar en la edición local de La Voz de Galicia en Santiago, me embarco en esta nueva aventura para escribir sobre nuestro bien más preciado: la salud.