Acortar la brecha del orgasmo femenino: «Hay que tener cierta capacidad para el descontrol»

Laura Inés Miyara
Laura Miyara LA VOZ DE LA SALUD

VIDA SALUDABLE

El autoconocimiento es clave para disfrutar más del sexo en pareja.
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Las mujeres tienen, de media, menos orgasmos que los hombres en los encuentros sexuales, pero este panorama se puede revertir con ayuda del autoconocimiento y de las fantasías

08 ago 2024 . Actualizado a las 05:00 h.

El 8 de agosto se celebra el Día Internacional del Orgasmo Femenino y es una excelente excusa para poner sobre la mesa un tema que, como todo tabú, continuará siéndolo mientras no se hable de él: la brecha orgásmica. Este es un fenómeno social constatado: existe una disparidad entre hombres y mujeres en términos de satisfacción sexual. En otras palabras, tal como se ha visto en diversas investigaciones sobre el tema, las mujeres tienen una cantidad notoriamente más baja de orgasmos en comparación con los hombres durante un encuentro sexual.

Pero este dato esconde una complejidad mayor de la que se puede apreciar a simple vista. Un estudio publicado en Archives of Sexual Behavior en el 2018 halló que una mujer que tiene sexo con hombres tiene una probabilidad mucho menor de llegar al orgasmo en sus relaciones de pareja que una cuyas parejas sexuales son otras mujeres. A su vez, la probabilidad de llegar al orgasmo es mucho menor que la de sus compañeros sexuales hombres en una relación heterosexual. Y esta probabilidad es incluso mucho menor cuando el encuentro sexual es esporádico. En esos casos, solo el 40 % de las mujeres llegan a un orgasmo, frente al 80 % de los hombres en la misma situación. Por eso, analizamos qué hace falta para mejorar estas estadísticas y alcanzar orgasmos más intensos.

Anatomía del orgasmo

Lo primero que tenemos que hacer para mejorar nuestros orgasmos es efectuar un cambio de perspectiva con respecto a ellos. Hay diferentes mitos que a nivel social influyen en cómo entendemos el placer femenino y esta mitología hace que sea más difícil disfrutar de la sexualidad plenamente.

Como explica la sexóloga Laura Morán Fernández, el orgasmo no es más que el último peldaño en la escalera de la excitación. «No es ni más ni menos que la consecuencia de alcanzar el nivel máximo de excitación sexual. No es una entidad separada de la excitación», asegura. Por eso es tan importante partir desde una buena base de comodidad para que el placer pueda tener lugar y llegar, a través de la estimulación, hasta ese punto.

«El mito de que somos lentas en llegar al orgasmo podría derribarse entendiendo que no somos lentas, sino que a veces nos han rascado donde no picaba. Esto tiene que ver con la penetración. El clítoris es el órgano que facilita la respuesta orgásmica por excelencia y es allí donde debe estar la estimulación», aclara en este sentido la experta.

«Lo que aconsejo es que las mujeres hablen más de sexualidad, que se estimulen visualmente, que se exploren ellas mismas en la esfera del erotismo, de acariciarse, de pensar e imaginar, que la mente estimule lo que queremos hacer para que se despierte el cuerpo, y que lo hablen con la persona que tengan en frente, sea una pareja estable o no lo sea. Esto hace que la sexualidad sea mucho mejor», coincide la ginecóloga Amira Alkourdi.

Una de las grandes ideas que han permeado nuestra comprensión del orgasmo femenino es la de los diferentes tipos de orgasmo. «Nunca en la historia se los había separado hasta Freud. Y él lo hizo para distinguir el orgasmo vaginal del clitoriano explicando, según su criterio, que el orgasmo vaginal era el sano y adecuado para una mujer madura, mientras que el clitoriano era uno infantil y neurótico, propio de las mujeres que padecían ansiedad. Esto es fruto del contexto patriarcal de Freud. La medicina siempre ha sido muy androcéntrica», observa Morán.

«Cuando se habla del tipo de orgasmo, en realidad, de lo que se está hablando es de la vía de estimulación desde la cual se  alcanza. Entonces, la recomendación desde la sexología es no hablar de tipos de orgasmos, porque el orgasmo es una experiencia única e inequívoca. Es como las cosquillas. Yo puedo tenerlas en los pies, en la cintura o en el cuello, pero digo que tengo cosquillas y punto, porque no se confunden con otro tipo de experiencias. En el caso del orgasmo, pasa lo mismo. Se tiene, y punto», ilustra Morán.

«Y hay que saber que cuando se obtiene a través de la penetración, también está involucrado el clítoris, aunque de forma más indirecta. Luego, por ejemplo, hay personas que tienen orgasmos en el sueño y no hay ningún tipo de estimulación, entonces, catalogarlos no tiene ningún sentido», detalla.

Preparar el terreno

Existen variables emocionales que pueden influir en la facilidad o dificultad de una mujer para llegar al orgasmo. «Un factor importante es que estemos relajadas, excitadas sexualmente, sin ansiedad ni estrés porque pueden inhibir la respuesta sexual. Alcanzar el orgasmo es la consecuencia de ir escalando en la excitación sexual, es un momento de descontrol, abandono y disfrute. Si tenemos dificultades para relajarnos en este sentido, va a ser más difícil alcanzarlo», señala en este sentido Laura Morán.

Esto significa que, en muchos casos, para empezar a cerrar la brecha de los orgasmos entre hombres y mujeres, es necesario acortar brechas en otros aspectos de la desigualdad de género: muchas mujeres que refieren estrés atribuyen este problema a la carga de las tareas domésticas que llevan a cabo, lo que repercute en la posibilidad de relajarse a la hora del encuentro sexual. «Si estamos activadas por el estrés y la preocupación, la dificultad para disfrutar del placer sexual aparece», subraya Morán.

Repartir las tareas del hogar de forma equitativa puede ser una base para descomprimir ese estrés y «liberar espacio en el disco» para pensar en el sexo. Pero esta es solo una parte de la preparación del terreno para el orgasmo. «También tenemos que tener una relación positiva y sana con nuestro propio cuerpo. Disfrutamos de la sexualidad a través de él. En esto influye la educación sexual y las actitudes que tengamos hacia el sexo, si hay sentimientos de culpabilidad, si hay tabúes, va a ser muy difícil disfrutar del sexo. Hay que tener cierta capacidad para el descontrol», explica la sexóloga.

Autoconocimiento

Cuando se habla de mejorar la respuesta sexual, el autoconocimiento siempre está a la cabeza de las recomendaciones para lograrlo, ya que no podemos comunicarle a nuestra pareja lo que nos gusta si no lo sabemos de antemano. Pero hay que saber qué implica conocerse a una misma en este sentido.

En su libro Desearte. Claves para el deseo sexual femenino, la sexóloga Laura Cámara señala que no podemos pretender averiguar qué es lo que nos excita de una vez y para siempre. En realidad, este trabajo de autoconocimiento es un camino que se sigue recorriendo de manera constante a lo largo de la vida. «Este es un proceso en continuo movimiento y evolución. Conocerse hoy no basta para conocerse mañana. Tú no eres la misma persona que eras hace veinte años y no serás la misma dentro de veinte más. La sexualidad, y con ella tu deseo, cambia y no es inamovible», asegura Cámara.

Otras veces, hay un bloqueo a nivel mental que impide este autoconocimiento y que viene de la autocensura. «Hay mujeres que viven su propia sexualidad con pudor, con vergüenza, con rechazo corporal o con la idea de que las mujeres no disfrutamos del sexo tanto como los hombres. Si es así, el consejo que le daría sería reflexionar y ponerse en el lugar del otro. ¿Cómo juzgas la vida sexual de otra persona? Y si no hay ningún juicio negativo, ¿por qué te lo aplicas a ti cuando hablas de tus deseos y de lo que te excita? También nos podemos encontrar con mujeres que tienen una educación sexual restrictiva en general, no solo consigo mismas. Y ahí habría que hacer una labor de educación sexual, y no hay ninguna edad para esto», asegura Morán.

Ejercicio de autoconocimiento

¿Qué partes de tu cuerpo son eróticas para ti? Imagina tu cuerpo visto desde fuera (como si te miraras en un espejo) y visualiza en color verde las zonas que para ti son altamente eróticas. ¿Las utilizas en tus relaciones sexuales? Las partes que han quedado en blanco, ¿por qué las has dejado así? ¿Puedes potenciar el placer en zonas que no hayas tenido en cuenta hasta ahora? Recuerda que este ejercicio no se debe completar en un día, sino que debe acompañarte siempre como una forma de observar tus propios cambios. Tener en mente este mapa es un recurso para indicarle a una pareja sexual cómo y dónde acariciarte o besarte.

Fuente: Laura Cámara, sexóloga

El poder de las fantasías

Para saber qué es lo que nos gusta no hace falta experimentar y poner en práctica algo en la vida real. Las fantasías son un terreno que podemos explorar abiertamente y sin miedos, y cumplen una función primordial a la hora de potenciar el disfrute y los orgasmos, ya que funcionan como un estímulo más para el cerebro, que no lo distingue de otros a nivel físico o externo.

«Fantasear supone el principal motor para el deseo sexual. Cuando pensamos en algo erótico o sexual nuestro cuerpo se pone en marcha. Nuestro cerebro empieza a segregar endorfinas, dopamina y norepinefrina. El poder de la fantasía para el deseo no solo es imprescindible, sino que es una fuente inagotable», explica Cámara.

Sin embargo, muchas personas se quedan en blanco cuando se les pregunta por sus fantasías sexuales. «Es bastante frecuente encontrar mujeres a quienes les cuesta fantasear y lo es todavía más en aquellas que tienen un bajo deseo sexual. Porque si falta la fantasía, es como si tuvieras coche pero no tuvieras gasolina. Puede venir alguien y empujarlo, y puede que cuesta abajo incluso cojas velocidad. Pero si tuvieras gasolina, todo sería mucho más fácil», señala.

Por eso, si no estás acostumbrada a fantasear, la recomendación es buscar un momento y un espacio para intentarlo. «Si te resulta difícil, puedes utilizar algunos recursos. Prueba con un recuerdo, imagina alguna relación sexual pasada o piensa en alguien que alguna vez en tu vida evocara en ti mucho deseo o alguna experiencia en la que te hayas excitado mucho. Otro recurso que puedes usar es la literatura erótica», propone Cámara.

Recuerda que tus fantasías son solo tuyas y puede que tu pareja no aparezca en ellas, o que aparezca alguien que no es tu pareja. Ante esto, Cámara señala que pensar no es hacer y que controlar estas invenciones de la imaginación no es el objetivo, sino dejarse llevar para potenciar el deseo.

Masturbación

La masturbación es una herramienta poderosa para el autoconocimiento que nos permite, al trasladar la situación a una relación sexual en pareja, compartir los estímulos que nos gustan. Al final, de lo que se trata es de explorar distintos estímulos y los juguetes sexuales pueden ser útiles en ese proceso. «Tengo que aprender a disfrutar de la sexualidad primero conmigo mismo. Ver un poquito cómo puedo aprovechar mi cuerpo para mejorar mi relación sexual disfrutando antes conmigo misma y una vez que tengo eso, puedo llevarlo a la pareja», propone la fisioterapeuta del suelo pélvico Concepción Pérez Castro.

En este sentido, Cámara anima a probar los juguetes y a dejar de lado el temor a acostumbrarse a ellos. «El placer necesita de aprendizaje. Necesita de aquella manera que a ti y solo a ti te lleva al orgasmo. Todas las personas tienen una forma preferida a la cual están acostumbradas para llegar al orgasmo. Para algunas, puede ser acariciar el clítoris de una forma determinada, puede ser una postura, o un juguete», observa Cámara, y añade que, del mismo modo, la mayoría de las personas con pene se masturban frotándolo siempre de la misma manera sin que esto suponga ningún problema.

Cuando hay problemas a nivel físico

Si el orgasmo es un tabú, las disfunciones sexuales lo son aún más, porque traen consigo el temor de que algo no funciona, o incluso una sensación de culpa que muchas personas experimentan al no poder complacer a su pareja. Por eso, si sentimos dolor o incomodidad en las relaciones sexuales, hay que consultar cuanto antes con el médico.

«El tratamiento para mejorar la sexualidad, generalmente, no está en una pastilla. Pero si hay problemas en la zona genital por el posparto o la menopausia, por supuesto, hay que consultar para ver qué podemos mejorar en esa esfera y que la parte física esté bien para estimularla luego a nivel psíquico. Muchas veces, buscamos una pastilla para mejorar la libido y la respuesta que tenemos, pero en general, depende más de la estimulación previa que tengamos y a los juegos preliminares que podamos hacer el hecho de que mejore la respuesta sexual y los orgasmos», explica la doctora Alkourdi.

En este sentido, la lubricación vaginal es una de las principales variables que pueden favorecer o perjudicar la comodidad en una relación, sobre todo cuando hay penetración. Y esta lubricación natural varía a lo largo de la vida. «Hay mujeres que tienen una lubricación fantástica, pero es verdad que la lubricación va disminuyendo conforme pasan los años, porque la producción de nuestras glándulas disminuye y los estrógenos, que son los grandes estimuladores de esa producción, también bajan. Entonces, el uso de lubricante puede ser útil para que ese momento sea agradable», indica Alkourdi.

Existen distintos tipos de lubricantes sexuales, desde aquellos a base de agua, que son compatibles con los juguetes sexuales y con los preservativos, hasta otros de base de silicona o aceite, más indicados para prácticas como los masajes. La elección dependerá, por tanto, de varios factores. «A algunas les gustan más los lubricantes acuosos, pero otras necesitan uno de base oleosa para que dure más. Esto también depende de la forma de mantener relaciones sexuales, del tipo de estimulación que tenga, del tipo de penetración, si la tiene, y del tipo de pareja», explica Alkourdi.

Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara
Laura Inés Miyara

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.

Redactora de La Voz de La Salud, periodista y escritora de Rosario, Argentina. Estudié Licenciatura en Comunicación Social en la Universidad Nacional de Rosario y en el 2019 me trasladé a España gracias a una beca para realizar el Máster en Produción Xornalística e Audiovisual de La Voz de Galicia. Mi misión es difundir y promover la salud mental, luchando contra la estigmatización de los trastornos y la psicoterapia, y creando recursos de fácil acceso para aliviar a las personas en momentos difíciles.