La hostelería y el comercio de Santiago, preocupados por los costes del plan de ahorro energético

Lucía Blanco
Lucía Blanco SANTIAGO

SANTIAGO

Paco Rodríguez

Supone para algunos negocios un desembolso al que no pueden hacer frente

10 ago 2022 . Actualizado a las 05:00 h.

Apagar el alumbrado de los escaparates a las diez de la noche, mantener el aire acondicionado a 27 grados durante el verano y la calefacción a 19 grados en invierno y evitar las fugas de frío o calor mediante un sistema de cierre de puertas adecuado. Estas son las medidas del nuevo plan de eficiencia y ahorro energético aprobadas en Consejo de Ministros el pasado lunes. Un plan no exento de polémica y que, a pesar entrar en vigor este mismo miércoles, se ha convertido en una gran preocupación para comerciantes y hosteleros de Santiago en los últimos días.

Desde las asociaciones denuncian una falta de diálogo y lamentan una serie de medidas precipitadas. «Es un plan que se ha tomado deprisa y corriendo, porque para aplicar normas de este tipo que afectan al comercio, habría que contar con el sector primero para recabar opiniones», destaca José Antonio Seijas, presidente de Comercio Punto Compostela. Para la patronal de hostelería supone un esfuerzo extra para un sector «que lleva años gastando para ahorrar en luz porque sale de nuestro bolsillo y supone nuestra segunda factura más importante», explica Thor Rodríguez, presidente de Hostelería Compostela.

Aunque en los bares y establecimientos donde se desempeñe un trabajo no sedentario podrán bajar el aire a 25 grados, la regulación de temperatura tampoco convence. «Nos preocupa la exactitud, porque las máquinas de aire tardan su tiempo y además depende de variables como el tamaño del local», añade. Un argumento que confirma Raúl Perera, propietario del bar Témpora, en la rúa de Melide. «Aquí antes teníamos al aire a 22 grados y aún así hacía calor y es algo que los clientes notan, porque si están incómodos no vienen». Luis Varela, dueño de la cafetería San Caetano, mantiene la misma postura: «Es muy complicado que la temperatura en la entrada sea la misma que cerca de la cocina y cuando el local esté lleno no puedes estar controlándolo, porque lo más importante es atender a la gente».

La normativa, que pilló por sorpresa al algunos trabajadores, provoca serias dudas al respecto. «Debería llegar una comunicación que la concrete, pero por lo que leí, pienso que debería hacerse algún tipo de reforma porque no sé hasta qué punto el comercio pequeño se puede adaptar», argumenta Montse Suárez, gerente de Regalos Sandra, en la rúa da Caldeirería. La obligatoriedad de apagar las luces de los escaparates antes de las 22.00 horas es una de las normas más debatidas dentro de su sector. «El comercio es el que da vida a la ciudad. Hay algunos barrios que son muy angostos, como algunas calles de la zona vieja, que pueden dejar de ser transitadas», destaca Seijas. Precisamente, la mayor sensación de inseguridad ante la falta de iluminación es una de las preocupaciones. «Yo creo que estaban mejor encendidas, pero es difícil conseguir el ahorro sin consecuencias», cuenta Juan Fernández, propietario de Confecciones Juampe, en la rúa das Orfas. Una problemática que también podría afectar a las ventas. «La gente pasea y se fija en los productos, pero al quedar a oscuras, no puede ver el escaparate», explica Mónica, empleada de La Bella Otero, en la rúa da Caldeirería.

El sistema de cierre de puertas, la norma más polémica

Una de las normas que ha generado más debate ha sido la necesidad de contar con un cierre de puertas adecuado que evite el despilfarro energético, pues se trata de una instalación que supondría para muchos establecimientos un importante desembolso económico. «El 90% de los comercios no están preparados para las medidas como el automatismo de puertas, pues hay algunos que se abren con una simple verja, por lo que habría que modificar esa entrada y ya supone un gasto», explica el presidente de Comercio Punto Compostela. Una opinión que suscriben desde la asociación Hostelería Compostela pues «muchos locales tienen instalado cortinas de aire frío que realizan la misma función y les puede complicar mucho hacer un desembolso por unas puertas que en un año igual ya no son necesarias», explica Rodríguez. Y es que, a diferencia de las otras dos normas del real decreto, en este caso la medida, que se comenzaría a aplicar el 30 de septiembre, no tiene un final.

La medida provocó un cierto desconcierto en algunos establecimientos como en la tienda de alimentación Princ'ess, en la rúa do Hórreo. «No sabíamos nada y es algo que nos afecta directamente, sobre todo en el momento en el que estamos en el que la gente compra menos y supone un gasto muy importante», explica Cristian, uno de los empleados. Pero este local no es el único pues, especialmente en el casco histórico, son muchos los negocios que no cuentan con los cierres exigidos. «En mi caso la propietaria va a reformar el local en enero y luego volveré, entonces no puedo poner una puerta automática ahora, además el volumen de gente es el que es, no podemos hacer frente a este tipo de gastos», detalla Mari Carmen Afonso, gerente de Colmados Delicious, en la rúa do Preguntoiro.

Otro motivo de gran polémica son las sanciones en caso de incumplimiento de la normativa, que para el sector son un despropósito. «Es un tema gravísimo, no tiene sentido que las multas leves por no tener la temperatura adecuada o no tener la puerta cerrada asciendan hasta los 60.000 euros. Hay comercios que si le ponen una multa de estas supondría su cierre, porque no facturan esa cantidad de dinero», concluye José Manuel Seijas.