Un Santiago que sigue a reventar esfuma la idea del final del verano en septiembre, con calles y terrazas llenas
VIVIR SANTIAGO
Los últimos días de lluvia han sido un espejismo, pues se espera un mes muy movido en el sector turístico y hostelero con la llegada además de los universitarios
07 sep 2023 . Actualizado a las 20:06 h.Si bien parecía que la cosa bajaba, y algo lo ha hecho, que para eso estamos ya en septiembre, Santiago de Compostela no da muestras de perder turistas este mes. Agosto, a pesar de la caída de peregrinos en comparación al 2022, fue un mes con un movimiento bestial en la ciudad, que por el momento sigue en máximos de visitantes en el acumulado anual. Ahora bien, si estos días de lluvia pareciese que hicieran perder fuelle ya a la vida en la calle, esta mañana de jueves ha servido para comprobar lo contrario. No es casualidad que la ocupación hotelera prevista para septiembre se mantenga por encima de la que hubo el año pasado, nada menos que en un 86,2 %, según datos de la Asociación Hostelería Compostela.
La hostelería nota cambios, todo sea dicho. La harta rúa de San Pedro, que durante todo el verano ha visto peregrinos bajando por su pendiente en dirección a la Catedral de Santiago, comienza a ver decaer la tendencia, aunque muy poco a poco. Lo aseguran en O Catro, el bar del final de la calle que ya enlaza con la Porta do Camiño. Esta misma mañana, de todos modos, bajaba un grupo de peregrinos con la Muiñeira de Chantada a todo volumen.
Tienen la misma percepción en la asociación vecinal A Xuntanza, que valoran positivamente la bajada de los turistas aunque sí coinciden en que está siendo bastante tímida. «A estas alturas, en anos anteriores, xa estabamos a ter unha normalidade case total», exponen desde la junta directiva, que sigue haciendo hincapié en la necesidad de medidas para garantizar el bienestar de los santiagueses que habitan este emblemático barrio y todos los demás.
Ya dentro de la ciudad vieja se pudo comprobar que todo seguía igual. El Obradoiro a tope, con sus calles aledañas de igual manera, esfumaron la idea que podía surgir estos últimos días, cuando ya se comenzaron a ver terrazas más vacías y menos movimiento en la zona monumental. A esto se ha de sumar que ya comienzan a verse las primeras maletas, pero de estudiantes, no de turistas, que colonizan ya sus pisos en el ensanche y en la parte histórica. Las clases de la universidad comienzan el día 11 de este mes, por lo que a partir de ese momento puede vivirse una situación de auténtico colapso en Compostela: los picheleiros ya trabajando, los universitarios entrando en faena y los turistas todavía de por medio.
Es precisamente la estrategia que se busca, la desestacionalización del turismo. Esta primavera fue la que más peregrinos acogió de toda la serie histórica y se espera que en otoño ocurra algo similar. Por supuesto, este turista y peregrino que viene en septiembre tiene otro perfil, más gastador y de invitado que sabe que no puede ir arrasando por donde pasa. No es casualidad, por tanto, que se hayan registrado extensas colas durante esta mañana de jueves laborable para acceder al tren turístico o a la Catedral.
Dan fe de ello en la plaza de abastos compostelana, uno de los puntos más visitados de la ciudad. «A partir del 15 de agosto ya se comienza a notar bajada», indica Carmen Cartelle, de la carnicería que lleva su apellido. Ellos suplen con turistas la espantada veraniega de los compostelanos, aunque comenta que existen locales dentro del mercado que ya han cambiado su modelo de negocio directamente al turista.
«Quienes vivimos todo el año con la gente de Santiago notamos que muchas veces el turista pregunta el precio y se marcha sin comprar o se espera a que los invites a algo, como hacen tantos otros establecimientos», señala la charcutera, que critica que muchos de los visitantes «se exceden en sus formas», hasta el punto de que no es la primera vez que intentan saltarse los turnos o meten prisa a las profesionales que regentan el local para que los atiendan rápido: «Tienen hasta dado golpes en el cristal de la nevera para meternos caña».
Algo que viven en la plaza de abastos y también en otros negocios es que cada vez el turista gasta menos, sobre todo el que viene en avión y no se puede llevar nada en el caso del mercado. No en vano, los restaurantes han notado una bajada considerable en sus cajas al final de cada día dado que los turistas recortan la cena y simplemente atestan las terrazas durante la tarde.
Otras de las que lamentan el final del verano pero tampoco se han quedado a gusto con él han sido las tiendas de regalos, que esperaban más gasto por parte de sus numerosos clientes en julio y agosto. En los últimos meses fueron varias las aterrizadas en la zona monumental en detrimento de otros comercios o abriendo de nuevo locales que permanecían vacíos.