En una noche en que A Coruña ha recibido miles de visitantes, áreas como las de la Costa da Morte y Santiago también se iluminaron con el fuego
24 jun 2024 . Actualizado a las 17:40 h.A vista de pájaro, gran parte del territorio gallego se convirtió durante la noche en un firmamento en el que brillaron miles de hogueras. San Xoán volvió a demostrar que esta es una de las grandes celebraciones de la comunidad. En más de cuarenta concellos gallegos este lunes es festivo local para poder digerir la larga madrugada y alargar los festejos con sesiones vermú y comilonas. Y el tiempo, dado el comportamiento de los días precedentes, se puede decir que respetó a los festeiros, aunque sonriendo más a los del sur que a los del norte, donde en no pocos lugares el calor del fuego se agradecía según avanzaban las horas.
A Coruña volvió a ser la gran marmita en la quen hirvieron todas las nuevas vertientes de esta fiesta ancestral. Porque hay un San Xoán coruñés ya tradicional de hogueras y falla en Riazor y de sardiñadas multitudinarias al pie del Orzán. Hay un San Xoán coruñés totalmente tecnológico, de algoritmo de Tik-Tok, vídeos de Instagram en la arena y drones que sobrevuelan la playa para garantizar la seguridad. Y hay un San Xoán coruñés que se empieza a universalizar y que llena la noite meiga de visitantes: de Ribeira, de O Barco, de Redondela, de Ponferrada...
«Somos de Vilagarcía de Arousa —explicaba una jovencísima Sara en el arenal de Riazor—, hemos venido a celebrar el San Xoán a A Coruña por primera vez. Tenemos una amiga que está en A Coruña, lo organizó, nos añadió a un grupo y nos apuntamos. Estuvimos haciendo el primer turno de guardia para mantener la parcela en la playa».
Para matar el tiempo hasta que llegasen las hogueras todo valía: pachangas de fútbol o de voleibol, baños de mar, partidas de cartas, ajedrez... o cavar hoyos en la arena: «Ya sé que no tiene mucho sentido, pero es que algo hay que hacer», bromeaba un adolescente.
Invasión coruñesa
Cada vez son más numerosos los visitantes que no quieren perderse esta cita. La ciudad esperaba anoche 150.000 personas en la fiesta. Las condiciones atmosféricas acompañaron en la ciudad. Al menos sin lluvia, aunque sin hacer ascos a la cazadora.
El ritual de cada año pasaba también por la recogida de madera en los puestos de suministro del Ayuntamiento desde las siete de la tarde. «Hemos estado a la cola casi una hora para conseguir el material para la hoguera», calculaba Álvaro, este sí de A Coruña ciudad. A esa hora, sobre la multitud patrullaban ya los drones de control de la Policía Nacional.
El San Xoán coruñés tenía un año más otra realidad paralela fuera de la playa, con la calle San Juan, Rubine, A Gaiteira o la plaza de Sellier a reventar. Allí mandaban los bailes bajo el cielo, las cervecitas, la humareda, las sardinas y todo lo disponible para hacer a la parrilla.
La realidad gastronómica en la playa no tenía ese punto gourmet. Hubo sardinas, claro, pero sobre todo empanadas, bocadillos... «Nosotros no nos complicamos, vamos a coger unas pizzas y listo», resumía Álvaro.
El San Xoán es además una fiesta que recorre la Costa da Morte de un extremo al otro. En realidad, en algunos puntos, como Cabana o Vimianzo, la celebración ya se adelantó al sábado para disfrutar hasta altas horas de la madrugada sin tener que pensar en levantarse para ir a trabajar allí donde no es festivo. Durante el domingo se sucedieron los preparativos en hasta una decena de concellos. Desde Camariñas, uno de los epicentros de la noite meiga, llevaban tan solo dos horas y media de fiesta a las ocho y media de la tarde y ya habían despachado «1.300 racións» de sardinas, trasladó José Manuel Canosa, uno de los responsables de la organización de la que ya ha trascendido como «a maior lumarea de Galicia».
Hace quince años que el evento empezó a ganar asistentes. Con todo, por este aniversario especial, pasaron los mayores trabajos, tanto al lanzar dos días de festejos como al preparar la lumarea más espectacular de todas las ediciones con un trabajo que les llevó «tres meses». No es para menos, pues crearon la réplica de un avión Condor que aterrizó en 1943 por sorpresa en la misma playa en la que se festeja.
Quemar una iglesia
Otro de los grandes puntos de afluencia en la Costa da Morte fue Carballo, con su gran hoguera, en la que se recreó la antigua iglesia de San Xoán Bautista como una manera de recuperar la tradición de las grandes fiestas patronales de la capital de Bergantiños. En las horas previas a la quema, el menú servido fue más variado, con churrasco y pulpo, además del plato estrella. Todos los que se acercaron a la convocatoria pudieron escribir sus deseos en un papel, para arder, posteriormente, con la madera. Fue uno de tantos rituales practicados. En las dos citas tampoco faltaron las bombas ni la música hasta bien entrada la noche.
En el municipio de Boqueixón se recuperó la Cerimonia do Lume Sagrado, después de haberse suspendido los últimos cuatro años por la pandemia y por lluvia. El ritual de origen celta comienza a los pies del Pico Sacro, donde la reina Alda suben con su druida y con su séquito hasta la capilla del pico. Junto a la ermita, el druida usa su bastón (con lupa en el extremo) para concentrar la luz solar sobre un ramaje, creando así el Lume Sagrado.
En Santiago se vivió este San Xoán en dos etapas. Algunos optaron por adelantar las cacharelas y sardiñadas a la noche del sábado, pero otros muchos cumplieron con el ritual del fuego en la noche del domingo. Doce fueron las cacharelas públicas que se encendieron, siendo las más numerosos las de Conxo, San Lourenzo y Cruz de San Pedro, pero también se concentraron muchos compostelanos, y especialmente peregrinos, en las hogueras de dos localizaciones del casco histórico: la plaza de Salvador Parga, junto al acceso a la zona vieja del Camino Francés, y en la de A Pescadería Vella, próxima al mercado de abastos. Junto a las públicas, el Concello tenía constancia de más de 600 hogueras en fincas privadas repartidas por todo el municipio.
A medianoche también empezó a arder la enorme hoguera de la playa de Covas, en Viveiro. Vinculada a ritos ancestrales relacionados con el fuego, las plantas y el agua, la comisión de fiestas la emplaza cada año en la arena, junto al monumento natural de Os Castelos y la desembocadura del río de Loiba. Cientos de personas de todas las edades se arremolinaron en torno a las llamas purificadoras antes de seguir una fiesta que este lunes celebrará su día grande con pasacalles a cargo de la Escola de Gaitas Cacharela de Covas, misa con procesión tocada por la Banda de A Misericordia, sesión vermú y verbena con las orquestas Salsarena y Marbella, y que culminará este martes en el Campo da Pascua con la tradicional sardiñada popular.
Con toque castrexo
A escasos treinta kilómetros, Burela comenzó la celebración del San Xoán Castrexo con un nutrido programa de actividades que incluyó juegos infantiles y la busca do torques, además de foliada, churrascada y sardiñada popular antes de la hoguera. Este lunes habrá sesión vermú. Como en otros muchos lugares, donde la fiesta seguirá coleando, con sus viandas y sus ritos después de la apoteosis nocturna.
La lucha contra el hoyo en Nigrán
La noche de San Xoán de este año se convirtió en una lucha contra el hoyo en Nigrán, sobre todo en playa América y Panxón, donde cada 23 y 24 de junio se concentran miles de personas para celebrar en torno a las hogueras. La tradición es llevar palas y cavar hoyos donde se instala cada grupo de jóvenes, conque la playa acaba pareciendo un castro. Los arenales amanecen arrasados. El Concello se propuso luchar contra esta práctica con vigilancia, multas e información. «Cuando se lo explicas, los chavales lo entienden», decía anoche el educador ambiental Antón Lois, del colectivo Amigos da Terra, que se pasó todo el día informando a los jóvenes que llegaban de la delicadeza del ecosistema dunar y repartiendo bolsas de basura para tratar de minimizar el impacto de una noche condenada a dejar su huella en la playa. «Multar está muy bien, pero es el último extremo, la educación es más eficaz», opinaba Lois.
Aun así, el Concello advirtió de que impondrá multas por desobedecer la prohibición de cavar agujeros que pueden ir de 100 a 3.000 euros si se considera leve, y de hasta 200.000 si se considera grave. A eso se sumaron los drones del equipo Pegaso de la Guardia Civil, con los que los agentes estuvieron vigilando que se respetasen las normas. Al cierre de esta edición, el objetivo de mantener las playas sin agujeros parecía conseguido.
En Vigo, hacia las ocho de la tarde empezó a llenarse la plaza de O Berbés, donde se formaron grandes colas para adquirir raciones de sardinas. Con la caída del sol comenzó el tradicional aquelarre, en el que brujos y brujas empezaron a recorrer las calles hasta que llegaron a la plaza central, donde se encendió la hoguera.