La incubación por dentro La gesta de salir del cascarón (no volverás a cascar un huevo de la misma manera)
Lunes, 26 de Junio 2023, 13:50h
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Bajo la cáscara protectora, el futuro pollo se desarrolla ayudado por el calor de la incubación de sus progenitores, que durante días han de mover su puesta de manera que el embrión quede en la parte superior del huevo. Entre esta y la inferior puede haber una diferencia de casi 28 ºC, y si el embrión quedara en la parte de abajo, moriría de frío. Día a día, el futuro pollo va desarrollándose y su metabolismo comienza a generar así su propio calor. Entonces llegan nuevos problemas.
Las aves hacen la puesta en un intervalo variable de días. Cabría esperar que los pollos nacieran según fueron puestos sus huevos. Pero esto, entre las aves que ponen en el suelo, cuyos nidos están más expuestos a los predadores, supondría un grave peligro para los más pequeños: los pollos que nacieran antes serían más fuertes, y sus probabilidades de sobrevivir a un enemigo, mayores. ¿Cómo solucionar esta desigualdad? Sincronizando los nacimientos.
Así, dos días antes de nacer, los pollos se comunican con el exterior desde dentro del huevo con diferentes tipos de mensajes acústicos. El primero, dirigido a su madre, significa: «Estoy incómodo». La madre sabe que, si no mueve el huevo, el embrión puede pegarse a la cáscara y morir. De esta forma, en cuanto recibe el mensaje, la madre mueve rápidamente la puesta hasta dejar de oír las quejas de sus futuros hijos.
Las crías emiten sonidos desde el huevo. Les dicen a sus madres: 'Estoy incómodo' o 'voy a nacer'
El segundo mensaje lo inicia la madre con el cloqueo que hemos oído tantas veces a las gallinas que incuban. Al escucharlo, el pollo se tranquiliza y le responde con otros sonidos traducibles como: «¿Sigues ahí?». Un tercer tipo de mensajes, poco antes de la eclosión, es el que hace que los pollos reconozcan a sus madres al salir del huevo. La madre les deja identificar su voz, y los hijos, desde dentro, la fijan en su impronta.
Nada más salir del cascarón, los pollos se guían por estos sonidos y reconocerán como madre a quien los emita. Dos científicos comprobaron esta teoría al incubar por separado dos docenas de huevos. El primer experto silbó cada día una misma melodía a su docena; su compañero, una melodía diferente a sus huevos. Al salir, cada camada de pollos tomó como su verdadera madre al científico que había escuchado durante la incubación.
El penúltimo mensaje («preparados para nacer») es una llamada entre hermanos que acelera el metabolismo de los más retrasados, de modo que todos sincronizan el ‘parto’ y alcanzan el mismo desarrollo. Por último, los pollos lanzan un aviso final a sus madres: «¡Nacemos!», que las prepara para desarrollar su instinto maternal y aceptar ocuparse de unos revoltosos y exigentes polluelos.
Las fotos de este reportaje están hechas en diferentes zoológicos, y a su autor le han servido para dos cosas. Una, para entender por qué los polluelos recién nacidos son mayores que los huevos: el plumón se hincha una vez seco y los hace parecer más grandes. La segunda, para no volver a cascar los huevos del desayuno con la misma tranquilidad que antes.
Spheniscus demersus
Pingüino del Cabo: 32 días de incubación
Este pollito nació hace apenas 40 horas. Aún agotado, descansa la cabeza en la cáscara de su huevo. Es el único pingüino que vive y nidifica en el continente africano. Sus últimas colonias están protegidas en las islas y costas próximas a Ciudad del Cabo.
Phoenicopterus ruber
Flamenco común: 27-31 días de incubación
Recién salido del huevo, apenas parece el ave que va a terminar siendo. Sus patas aún no han desarrollado su sorprendente longitud, su pico no ha adoptado su característica curvatura y su plumón apagado dista mucho de las llamativas plumas de intenso color rosado que tendrá en su adultez.
Musophaga rossae
Turaco de Ross: 24-26 días de incubación
Habitante de las selvas de África central, esta cría oscura aún no ha desarrollado los vivos colores azules y rojos que tendrá de adulta. Lo que sí muestra desde el momento de salir del huevo son unas patas con el cuarto dedo reversible, una adaptación que le permite vivir saltando y zigzagueando entre las ramas más altas de los árboles de la selva.
Polyborus plancus
Caracará Carancho: 28-32 días de incubación
Este polluelo, nacido hace solo 12 horas, estira su cuello al máximo. Es una rapaz de vistoso plumaje que vive en las sabanas y zonas de media montaña de Sudamérica. A pesar de su aspecto desvalido, su especie cuenta con una inteligencia que le permite cazar en grupo y aprovecharse de los cuerpos de animales muertos indistintamente.
Gyps fulvus
Buitre leonado: 50-58 días de incubación
Este pollo de aspecto cabezón se convertirá en uno de los mejores planeadores del reino animal, capaz de ascender en el cielo hasta los 6000 metros de altura. Armado de una extraordianria vista, será a su vez capaz de detectar cadáveres desde las alturas y bajar para limpiar de carroña los bosques, desde nuestra Península Ibérica hasta las lejanas selvas de la India.
Eudromía elegans
Martineta común: 20-21 días de incubación
Nadie entiende cómo logran nacer pollos como este de huevos tan llamativos y tentadores para los predadores, pero, una vez que las martinetas consiguen salir del cascarón, sus padres pueden protegerlas con más facilidad. Si un enemigo se acerca, ellos lanzarán un largo aviso ante el cual las crías, de 8 a 16, huyen y se ocultan en el pasto.
Pterocnemia pennata
Ñandú petizo o de Darwin: 40 días de incubación
A los pocos días de nacer, este bebé de ñandú ya tiene prácticamente la apariencia de un adulto. Esta especie, originaria de Sudamérica, debe su nombre, ‘petizo’, a su tamaño. De las dos especies de ñandú existentes, esta es la menor. Su sobrenombre, ‘de Darwin’, se debe, sin embargo, al célebre naturalista Charles Darwin, que la describió por primera vez.
Tauraco fischeri
Turaco de Fisher: 22-23 días de incubación
Como su pariente de la página anterior, este pollo de dos días de edad y aspecto sombrío se convertirá en una preciosa ave de vivos colores verde y rojo. Por desgracia, también comparte con el turaco de Ross su precaria situación en las selvas centroafricanas. La deforestación galopante que sufre el ecosistema donde viven amenaza el porvenir de ambas especies.
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