Cree que atender solo en terraza no es viable por el frío y critica que las ayudas no llegan
13 ene 2021 . Actualizado a las 14:54 h.Jose Manuel Varela Rey lleva cinco años al frente de Cafetería La Palloza de Santa Cristina, aunque más de veinte ligado a la hostelería, y dice no entender por qué las medidas van siempre contra el mismo sector. «Es mejor que nos cierren», comenta y asegura que ve el trato «discriminatorio». «Nosotros cumplimos con lo que nos ponen», indica y cree que «el problema no es aquí».
Atiende junto a su mujer el negocio, en empleado continúa en ERTE desde noviembre y cree que las nuevas noticias le dejan sin posibilidad de sacarlo. Explica que está de alquiler ajustado para atender un negocio en otras circunstancias. No ve viable atender solo en terraza tal como impone la Xunta. «Habrá que valorar el frío que hace», dice y ve poco realista pensar que con eso el negocio puede subsistir.
Cuestiona los anuncios de ayudas que, puntualiza, «no llegan». «No le debo nada a la Administración y no he cobrado nada, que dejen de vender humo», dice y recuerda que «esto es una cadena», aludiendo que si ellos no venden tampoco pueden comprar a sus proveedores.
Miguel Ángel Blanco, camarero en Santa Cristina: «Estoy sin cobrar porque no hay gente»
La Tremenda está en la calle principal de Santa Cristina, en Oleiros. Esta hamburguesería vivió los años ajetreados cuando este núcleo era el epicentro del ocio nocturno y un hervidero de gente a las tres de la mañana. Con gente en la terraza tomando café a media mañana están a la espera de lo que les indique la gestoría para analizar si continuar abiertos. Allí trabaja el propietario del negocio, que abrió en abril del 78, y Miguel Ángel Blanco, que llegó a los tres años de la apertura y que teme que las nuevas restricciones los llevan al cierre. «Yo estuve en ERTE dos veces y ahora no cobro. Los proveedores tienen que ir primero», explica reconociendo que lo importante es mantener la actividad. Achaca el bache a la falta de clientela. «Aquí la gente viene de los Concello a limítrofes», dice a modo de explicación. Oleiros quedó últimamente fuera de la almendra de A Coruña y la hostelería se resintió.
Pide que no se criminalice al sector y cree que se le limita por las restricciones que hay para entrar en este tipo de locales. Cuestiona que se sigan subiendo impuestos, que no se mire hacia países como Alemania y que se cargue contra establecimientos, como en el que trabaja, cuando han perdido el 80 % de facturación.
Teresa Orín, hostelera de Sada: «Abrí hace un mes, pero no me arrepiento»
María Teresa Orín abrió hace un mes, junto a una socia, el Mesón Lembranzas en el centro de Sada. El nuevo horario le ha caído como un jarro de agua fría. «Trabajamos hasta las diez, de tres a cinco no hay movimiento, es más para el descanso y por una hora casi no vale la pena abrír», reconoce, aunque aproveche todo lo que les dejen. «Siempre van contra los más débiles», cuestionando que otros sectores no tengan limitaciones. Ella explica con pena las mesas que tendrá que retirar del mesón. Es venezolana, llegó hace 17 años a España y durante 15 años trabajó para una empresa de telefonía. Tiene 54 años y decidió emprender justo por la edad, para ser autónoma. «Abrí hace un mes y no me arrepiento, ni me voy a arrepentir, por el momento gané pagar facturas», indica. «Estoy muy nerviosa, porque esto queda fatal», afirma sobre las restricciones. Empleó toda la cuantía del paro en montar el negocio y reconoce que hay muchos pagos a los que hacer frente.