ARTURO LEZCANO El Amigo del Lector no sabe si esta sección está depurándose hasta la sutileza de mayor empaque o si nos permanecen fieles los lectores más atentos y asiduos. Lo cierto es que disminuyen a ojos vista los disentimientos episódicos y persisten, sin embargo, las discrepancias alrededor de temas de gran entidad. Mucho mejor así, sin perjuicio de que, intermitentemente, nos lleguen quejas menudas o se nos prodiguen merecidos tirones de oreja a causa de la difícilmente corregible proclividad al error, especialmente en el uso de la lengua escrita, día a día deteriorada dentro y fuera del periodismo. No son muchos, pero sí repetidos, los fallos que se nos señalan. Por nuestra parte continuamos apuntándolos y tratando de reducirlos al mínimo.