¿Han perdido los pubs de la zona vieja de Santiago su esencia? Hosteleros y estudiantes, antiguos y actuales, responden

A. V. SANTIAGO

VIVIR SANTIAGO

Jóvenes en la puerta de un pub cerca de A Quintana, en imagen de archivo.
Jóvenes en la puerta de un pub cerca de A Quintana, en imagen de archivo. PACO RODRÍGUEZ

Los elevados precios de las discotecas del ensanche están llevando hacia los locales de la parte histórica a muchos jóvenes

27 sep 2023 . Actualizado a las 23:19 h.

Para quien haya llegado recientemente a Santiago de Compostela no será ninguna sorpresa la existencia de todo tipo de personas disfrutando de la fiesta en la hostelería de la capital. Los locales de su zona vieja, abiertos e inclusivos, mezclan tribus urbanas sin reparo, pero no siempre fue así. Los de la zona nueva, por su parte, tienen un perfil más concreto, más formal a la hora de vestir, menos callejero que el estilo predominante en el casco histórico. Eso se nota, claro, en el aspecto estético, pero también en el estilo musical predilecto (reguetón en la zona nueva, clásicos y música tradicional en la vieja), en la manera de relacionarse o hasta en el idioma predominante.

Hay un pasado tras todo este presente. La zona vieja ha ido modificando su composición hasta el momento actual, pero antes repelía al estereotipo que prefiere al ensanche nada más que por su ambiente o sus ritmos. Hoy eso ya no es así, pues se puede ver toda clase de gente en sus negocios. Esto se debe al alto precio que ahora se paga por entrar y consumir en la parte nueva de Santiago y, dicen algunos, a los cambios que se están dando en la vieja. Otro de los fenómenos asociados, sobre todo a aquellos que siguen rechazando el ambiente de los pubs de la ciudad histórica, es el alargamiento de los botellones en pisos, ideados desde su origen para ahorrar y no tener que dejárselo todo en bares y discotecas.

Los hosteleros de la zona afirman no notar cambios, subrayando que la zona vieja es un lugar «para todos», como dicen desde O Rincón do Porrón, pero gran parte de su clientela no lo ve así. Si bien sigue habiendo diferencias sustanciales con respecto a los locales del ensanche, jóvenes como Martín o Adrián, que ya han terminado sus carreras pero siguen viviendo en Compostela, notan que los cambios en el perfil de las listas de reproducción musicales son evidentes, «como en Tarasca, que aunque siga cerrando con Grândola, Vila Morena, se nota que la música no es la que era, por no hablar de que también elevó sin mucha consideración el precio de sus copas».

Otra joven que también aprecia diferencias es Marta, graduada en Filoloxía Galega hace un par de años, y fiel amante del ambiente en la zona vieja. O de lo que queda de él, escuchando su relato: «Noto que se está a intentar crear unha especie de zona nova dentro da zona vella, con pubs que son marcadamente distintos ao estilo habitual que acostumaba a haber por aquí, como por exemplo o Fiji ou o Way Club»

«Dende a pandemia notouse un cambio —continúa la joven—, existe moita máis presión para consumir da que había antes, a pesares de que en ambos casos os pubs fosen negocios e requerisen beneficios. Agora, na maioría deles, nada máis que ao entrar pola porta xa che din que tes que pedir algo, cousa que me parece que vai un pouco en contra da ideoloxía que tingue este tipo de establecementos, tipo Avante ou Tarasca». En lo relativo a la música, Marta también nota que hay cambios en la selección de este segundo establecimiento, «mentres que no Avante levan coa mesma lista de reproducción dende hai anos e iso tampouco é demasiado bo, que todo acaba fartando».

«A pandemia pechou algúns espazos que daban o seu acento á zona vella, ademais. Actualmente, paréceme que os máis próximos ao de sempre son os bares, como por exemplo O Medusa ou O Pozo, nos que intento estar máis tempo». Otros locales, como Bloom, afirman que nada de esto les pasará a ellos y que se esfuerzan en mantenerse tal y como son, «sin haber tampoco cambios a la vista»

No notan los jóvenes más jóvenes tanto cambio. Diana, alumna entre tercero y cuarto de Derecho, aprecia que tanto los locales de la zona vieja como los de la nueva están abiertos para todos, sin cerrarse a nadie ni por la oferta de música ni por el ambiente. «No se puede ir a pedir reguetón al Paraíso Perdido, vale, pero dentro de unos límites razonables veo todo normal», comenta la joven.

Por otro lado, Gabriel Varela, graduado de esos mismos estudios que cursa Diana, considera «un poco lamentable que se asocie la zona vieja a un tipo de ideología política o una tribu urbana concreta, pues al final se trata de música y ya». Ahora bien, lo que bajo su punto de vista no puede ser es que que cambien su esencia porque vaya una clientela u otra, «porque si va también es por la música que ya había de antes, sin que nadie se la tenga que cambiar».